
Los niños que fuimos
El latín «populus» y el griego «demos» podrían parecer que significan lo mismo, es decir, «pueblo». Pero existe una gran diferencia, no solo en su raíz etimológica, sino también en el uso que tienen actualmente en el español las palabras que se derivan de estos términos. En latín, «Populus» tiene no solo el significado de poblar, sino también de invadir, ya que en el latín más antiguo esta palabra era utilizada no para el pueblo llano, sino para el ejército que se apoderaba de un país o territorio. Era un sinónimo también de devastación, conquista y desolación. Conforme la civilización occidental avanzó, la palabra derivó en términos más positivos que implican una cantidad grande de personas que habitan una misma ciudad o territorio, es decir, el pueblo. De esta palabra se derivan términos tales como popular, población y, por supuesto, populismo. El populismo es un comportamiento político en el cual el gobernante hace lo que cree que el pueblo pide o necesita. No hay nada más importante que la voluntad del pueblo, ni hechos científicos, ni razonamientos sociales, ni tendencias políticas, solo lo que el pueblo quiere (o que el gobernante cree que así quiere), a pesar de que podría ser algo innecesario, nefasto o contrario al beneficio común.
Por otro lado, la palabra «demos» que utilizaron los griegos nos da el principio de la palabra «democracia», que significa el gobierno del pueblo. En ella se expresa la voluntad del pueblo al elegir a los representantes, quienes tienen la responsabilidad de seleccionar las estrategias, líneas de acción, programas, proyectos, etc., que sean para beneficio de la nación. En este sistema, la voluntad del pueblo está manifestada al seleccionar al gobernante de una serie de candidatos mediante una votación masiva. A diferencia del populismo, donde no importa cómo haya llegado el gobernante, se busca traducir los deseos del pueblo, a criterio específico de las autoridades que normalmente interpretan esa voluntad de forma subjetiva y parcial. Por ello, es grande la diferencia entre «populus» y «demos». Por ello, no es lo mismo la democracia que el populismo.
En la actualidad, una de las tendencias más grandes de nuestra sociedad es hacer famoso a cualquier hijo de vecino. Cualquier persona que pueda manifestarse de tal forma que llame la atención de las masas es digna de respeto y admiración. Estamos en la era de la «megustacracia» (se me ocurre como derivado de la palabra «likecracy», también ocurrencia de un servidor), un término que podría significar que obtienen el poder las personas que tienen más «likes» o «me gustas» en sus redes sociales, espectáculos mediáticos, expresiones virales, etc. Desde hace muchos años se nos viene advirtiendo que debemos dejar de darle importancia a gente charlatana, con bajas capacidades, con ideas pobres, con deseos de más fama, en lugar de personas con voluntades sociales, deseosas de servir a su patria o con la capacidad suficiente para hacerlo, aunque no sean agradables a la vista o no hayan hecho un baile ridículo en su último TikTok.
El camino que está tomando Xochitl Gálvez, no dudo que haya sido obligado por las circunstancias, para luchar como oposición contra un gobierno populista a través de una campaña populista, pero aún falta por comprobar los verdaderos méritos de esta ciudadana. Se saben básicamente varios, pero ¿son éstos suficientes como para gobernar a un país de 130 millones de personas con toda la problemática que heredaría tanto de los gobiernos del PRIAN, que tanto se ha dedicado en publicitar López Obrador, como el gobierno del propio López Obrador que está dejando a ojos vista un verdadero desastre?
Hasta hoy, este monero le da el beneficio de la duda a la ingeniera Gálvez. Quiero pensar que está realizando su campaña populista de acuerdo a los términos que se plantean en la actualidad como una campaña política exitosa, pero aún falta llenar el mérito suficiente para lograr ser la persona capaz que necesitamos para recuperar este país que está destrozado anímica, política y económicamente.
Espero que los ciudadanos que se decidan por cualquiera de los candidatos que se están ofreciendo en cualquier partido hagan un examen a conciencia y se olviden de todas las virtudes populistas y de esos «likes» que no sirven para nada para corregir el destino de nuestra nación. No estoy cuestionando con esto a nadie. Pero también espero que los mismos políticos abandonen pronto estas modalidades grotescas de hacer política y de venderse al criterio irracional y subjetivo de las masas anónimas. Espero que las nuevas generaciones no confundan un sufragio electoral con el click de un “me gusta”.