Jugando con México
El Sistema Nacional de Investigadores, SNI, del CONACYT ha sido tema reciente por los cambios a su reglamento en sólo seis meses.
La relevancia del SNI para México motiva la atención de la comunidad en la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; además de sus preocupaciones legítimas.
El SNI cuenta con presión financiera que lo pone seriamente en riesgo, lo puede hacer inviable; mientras que CONACYT no ayuda que digamos.
Corría el final de 2020, la Directora General del CONACYT trató el asunto en Palacio Nacional, según ha trascendido material gráfico donde se formulan dos escenarios.
Entonces fue que CONACYT enteró al titular del ejecutivo federal sobre la presión financiera; mostró el crecimiento presupuestario para el SNI, un 11.5% anual.
No es claro si le enteró al Presidente de la República que hay diversas razones detrás del requerimiento presupuestario, aquí unas importantes.
Una es que el número de profesionales de la CTI con membresía es creciente como consecuencia que el programa ha sido exitoso para arraigarles en nuestro país, tanto como que las reglas, aunque perfectibles, han ganado claridad en el tiempo.
Además, hay un efecto del programa de becas de posgrado, también de CONACYT, que ha impulsado al alza el número de aspirantes a ingresar al SNI como consecuencia que el número de nuevos doctores incrementa cada año.
Un factor adicional es que, conforme se han consolidado las carreras científicas, el número de altos niveles de membresía incrementa.
Estos tres factores de presión muestran el éxito del SNI, consecuencia de la labor de toda la comunidad en CTI.
El problema real es que el presupuesto público federal en México para CTI no ha incrementado.
Pocos elementos han mitigado la presión; las multas del INE en procesos electorales y marginales adecuaciones presupuestales, por evento, desde la SHCP; empero la periodicidad y monto hacen que este par sólo sean paliativos.
Los excedentes petroleros sí aliviaron la presión, se constituyeron fideicomisos; no obstante, ahora están extintos, no habrá más ese mecanismo a menos que se legisle con pasos de retorno.
Aunado, PEMEX ha tenido años con muy malos rendimientos, negativos de facto; quizá otro gallo cantara a la CTI de haber beneficio petrolero de origen privado.
Desde 2018, la beca a quienes tienen membresía al SNI es tabulada en UMAs; hecho que ha atenuado un poco la presión.
Ante la situación, dos escenarios fueron planteados por CONACYT en el Palacio Nacional:
Escenario 1: Desaparecen ayudantes y factor de docencia en licenciatura asociados al nivel 3. Se quita 1 UMA que se otorga a quienes laboran en provincia en CTI. La membresía se mantiene en número como en 2021. Se elimina la beca a quienes laboran en instituciones privadas; excepto si están en ITESO e Ibero (se dice en la diapositiva).
Escenario 2: Desaparecen ayudantes y factor de docencia en licenciatura asociados al nivel 3. Se mantiene 1 UMA que a quienes laboran en provincia para CTI. La membresía se mantiene en número igual que en 2021. Se mantiene la beca a quienes laboran en instituciones privadas.
Es obvio que el primer escenario disminuye la presión financiera al SNI más que el segundo; se ha dado cuenta de la decisión, eliminar la beca a quienes investigan y laboran en instituciones privadas.
Entre otros defectos, esa decisión es discriminatoria; debe revertirse, entonces ¿qué hacer?
No es fácil, sí es claro, se debe cumplir el mandato constitucional, impulsar el presupuesto en CTI al 1% del PIB; a la vez de sostener el destino de las multas en procesos electorales y propiciar excedentes petroleros.
Con una economía comprimida no se ve opción para que la iniciativa privada invierta en CTI; la cual, en el mundo entero, es inversión de alto riesgo.
Destaca que en ambos escenarios se proyecta mantener igual, en número, a la membresía del SNI; implica rigor.
La amenaza reglamentaria al SNI no se ha concretado; la presión financiera persiste, si lo hace inviable podría haber un tercer escenario.