
¿Quién será el Papa 267?
Con el primer día de febrero de 2023 inicia el nuevo periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión del Estado Mexicano.
Se prevé que la agenda legislativa incluya la iniciativa en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; aunque hay otros temas, como el llamado plan B relativo a la materia electoral, que pueden congelar esta iniciativa, por considerarle de menor relevancia política para los profesionales de romana profesión.
De igual manera a otros actores, la CONCAMIN ha propuesto temas de posible agenda, las fracciones parlamentarias empujan los propios y la JUCOPO apunta a temas pendientes entre los que están salud, educación, el apoyo al campo, etcétera.
La presión palaciega se hará sentir para que ni una coma varíe en toda y cada una de las iniciativas de su interés; Huey Tlatoani en ningún caso se ha movido, ni un ápice, para negociar con actores sus propuestas y cuando sus propuestas han resultado sin efecto, entonces arremete contra diferentes actores desde su púlpito y discurso homiliario.
Varios factores enrarecen la agenda legislativa: La adelantadísima carrera al 2024 es un enorme distractor que distorsiona todo ámbito de la vida pública; las pasarelas, la conformación de colectivos y grupos con interés político, desestructurados debe decirse; la elección en la llamada joya de la corona y el estado bastión del norte (ambos ensayos relevantes al 2024); el conjunto de disputas políticas entre Palacio Nacional contra el INE, la UNAM, la SCJN, terceros países con quienes tenemos tratados comerciales y mucho mas,
En ese berenjenal se haya el marasmo del sistema científico mexicano para actualizar la normatividad en CTI, con un enorme sesgo definido por los intereses palaciegos en la ruta al 2024; sin menospreciar las presiones internacionales en algunos temas como maíz transgénico y energía (temas que por ahora están en la cancha del poder ejecutivo federal, pero podrían virar y distraer al legislativo).
Este espacio no omite decir que la implicación sería de menor impacto si la iniciativa privada reconociera en la CTI a un aliado para generar riqueza, la dependencia del recurso púbico y su estructura es una debilidad y amenaza en el quehacer de los saberes nacionales; la dupla de conocimiento educación conjunto a la tripla de CTI es muy débil en el capital privado mexicano.
La iniciativa en materia de CTI, enviada por el ejecutivo federal a la Cámara de Diputados, dista mucho de ser progresista; es disparatada y significaría, der ser aprobada y decretada como está, un enorme retroceso al sistema científico mexicano.
El asunto es que, en ese contexto actual, una iniciativa de reforma para la Ley de Ciencia y Tecnología vigente, una que fuera progresista, es muy relevante para lograr soluciones a problemas nacionales, pero la comunidad en CTI es políticamente muy débil.
La red ProCiencia y algunos otros grupos de profesionales de la CTI han estado activos, sus alcances han sido marginales tanto por la desatención de legisladores, en lo general, como por el peso político de estos grupos; de hecho, textos previos a la iniciativa de Huey Tlatoani han sido entregados legisladores, pero no se ha logrado ni consenso ni incluir esas propuestas en agenda legislativa alguna.
También trascendió que la comisión en materia de CTI de la Cámara de Diputados presentó una iniciativa, sin mayor efecto que un texto para cumplir con su pendiente autoimpuesto.
La discusión del parlamento abierto ha atraído voces, diversas participaciones y contribuciones han sido expuestas en tribunas legislativas, no se ha sabido si serían consideradas o en qué sentido podrían serlo.
Lo que se espera es que, de llegar a la discusión de la iniciativa en CTI al pleno será aprobada como fue enviada por el ejecutivo federal, así lo hace ver resultados de votaciones a reformas en otras materias.
Como están las cosas, lo mejor para la CTI mexicana es que no se discuta ni vote la iniciativa de palacio, esperar mejores tiempos.