
Los niños que fuimos
Han trascendido nuevos comunicados de CONACYT, estos dirigidos a quienes tienen responsabilidad de coordinar programas académicos de posgrado, relativos a estudiantes con beca de ese consejo nacional.
Tales comunicados tienen la finalidad de, además de volver a saturar con palabrería ideologizante, informar a quienes va destinado que “a través de la Convocatoria Conacyt de Becas Nacionales 2021 y el Reglamento de Becas próximo a publicarse, se ha establecido como requisito acreditar actividades de retribución social mismo que será acreditado a través de los informes de la investigación documental”, dice; ojalá alguien revisara sus redacciones.
Se puede destacar que desde Insurgentes Sur ya han, adelantándose a cualquier proceso, fijado un requisito con base en un “reglamento próximo a publicarse”; entonces, como con quienes atendieron la convocatoria al SNI, para ingreso o reingreso, aplican reglas nuevas con clara afectación unilateral toda vez que, en el caso del SIN, el reglamento omitió, intencionalmente, artículo transitorio alguno que permitiera a la comunidad entender, y al CONACYT mismo, la frase “apropiación universal del conocimiento”.
La Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, no es magia, se concreta por personas con dedicación exclusiva y recursos tanto financiero como materiales suficientes, preferentemente abundantes; cuando escasean los recursos la dedicación de tiempo completo es aún más exigente para obtener resultados, medianos incluso.
Añadir actividades a estudiantes con inscripción en instituciones de escasos recursos, con beca delimitada en tiempo y monto, sólo traerá una baja en la calidad; además que la institución que otorgue grado ya pide servicio social, es duplicidad.
CONACYT, en claro exceso de funciones, pide duplicar las evidencias de servicio social, sólo que le llama retribución social; cuando el concepto de retribución se liga más a pago que a servicio, vaya, hasta eso tienen dislocado.
Un catálogo disparatado de actividades de lo que CONACYT llama retribución social incluye, entre otras, lo siguiente:
El desarrollo de habilidades sociales, llamadas “soft” o suaves, es una componente deseable en la formación de los recursos humanos de la CTI, empero se requiere estructura, financiamiento y especialización.
Otra cosa, ésta absurda, es la duplicación de requisitos, como lo dicta el comunicado de CONACYT para las personas “que obtuvieron el apoyo a partir de la citada convocatoria deberán cumplir con dicha obligación al término de su vigencia y entregar las constancias correspondientes”, para complicar con “así como los trabajos de titulación al realizar la solicitud de conclusión de beca”, se puede leer.
La CTI es demandante por sí misma, sobre todo si se quiere ser competitivo internacionalmente.
Cuando hay una dedicación exclusiva de estudiantes y profesionales de la CTI, pero bajo restricción por escasos recursos financieros y materiales los resultados quedan limitados; los requisitos que CONACYT impondrá a quienes soliciten beca sólo es burocracia fútil por inútil.
En cada acto desde Insurgentes sur se consolida la idea que menos perdería la CTI mexicana si CONACYT, de plano, no tuviera iniciativa alguna.