
Será lo que diga la presidenta
En días recientes hemos sido testigos cómo el gobierno mexicano pide a otros países le concedan, en algún sentido, mas vacunas anti-COVID al nuestro.
Que si éstas, que si aquellas otras; pero, de suceder, se negociarán, en los términos que a aquellos convenga, luego que en sus propios países la población haya sido vacunada a niveles tales que el riesgo sanitario se halle casi resuelto en su territorio.
Incluso otorgan vacunación gratuita en el consulado mexicano en New York; a nuestros paisanos sin selección por condición migratoria, les interesa resolver lo suyo.
Ellos hacen lo correcto al proteger a sus connacionales.
Nosotros ni en nuestro territorio ni en los consulados mexicanos podemos avanzar significativamente para atender el reto pandémico
¿Así o mas clara la dependencia mexicana de tecnología extranjera?, ¿de qué soberanía habla CONACYT?
Por decenios México ha olvidado construir un pilar de soporte sólido, uno para sí, en la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; pero en los dos años recientes ha sido mucho peor.
Convocatorias a proyectos sin resoluciones a las propuestas, incluyendo el cantaleado PRONACES; proyectos aprobados con suspensión de ministraciones y hasta cancelados injustificadamente; fideicomisos extintos; riesgo financiero a programas clave para retener recursos humanos en México; entre otros actos que hacen un desastre para la CTI, y lo que falta.
Como un anteproyecto de Ley para CTI sin construcción de consensos o, por lo menos, con incapacidad política y gestión para convencer; además de ser un anteproyecto que establece el control del estado, un sinsentido para una CTI moderna y de competitividad global.
Esa clase de actos son los que CONACYT realiza en la actual administración federal; hechos no opiniones.
Pero no sólo es para COVID19, sino también es para Poliomielitis, Sarampión y mas; el esquema de vacunación estuvo incompleto este año a los infantes que les tocaba.
Las potenciales secuelas a la población mexicana son gravísimas; de Polio y Sarampión sabemos posibles secuelas, pero de COVID19 aún falta por investigar las afectaciones que podrán tener quienes la han padecido con diferentes estados de gravedad.
Si SARS-Cov-2 nos tomó con los dedos en la puerta, es decir, sin estructura sólida en CTI para ofrecer resultados reales; quizá podría investigarse sobre las secuelas de COVID19.
Para ello es necesario, imprescindible, un CONACYT operativo y funcional, no hay nada.
La investigación debe darse en CTI a la par que se traen vacunas para completar el esquema de vacunación; nos urge.
Si ya había re-brote de Sarampión, enfermedad otrora controlada en México, con un régimen incompleto de vacunación hay gran riesgo de crecimiento en número de casos; ahora Polio, COVID … ¿qué mas les falta?
Esas son las infectocontagiosas, pero en padecimientos endócrinos vamos en el mismo sentido.
En México el 10% de la población tiene diagnóstico de diabetes mellitus, son cerca de 12.6 millones de habitantes; la de mayor prevalencia con implicaciones cardiacas, renales y vasculares, por mencionar algunas.
La mortalidad y morbilidad por diabetes significa unas centenas de miles de muertes cada año; en mis conferencias internacionales siempre digo que podríamos llenar el estadio azteca cada año con los muertos mexicanos relativos a diabetes mellitus.
Ya se ha avanzado, marginalmente, en la prevención.
La prevención atiende el problema desde el enfoque que no haya más personas con diabetes, está bien; pero no atiende a quienes ya están diagnosticados, a quienes les implica amputaciones, bajo nivel de vida, costos diarios a insulino-requirientes o insulino-dependientes, ausencias laborales, y muchos más daños.
La CTI mexicana ausente, CONACYT es omiso para muchas necesidades en México.
Para dejar de pedir favores a otros países, requerimos una CTI sólida; es momento de pedir incorporen programas de CTI en toda comisión de la Cámara de Diputados y de Gobiernos estatales.
Eso no sería un favor, su decisión en junio de este año.