Trump, ¡uy que miedo!
La situación de incertidumbre y confusión al unirse las dos de las crisis que estamos viviendo, la educativa y la sanitaria, con el asunto de los menores regresando a clases es una evidencia a escala d lo que está sucediendo en nuestro país. La demostración clara y continua de que sufrimos un gobierno improvisado, incapaz y sin más compromiso que un imaginario teórico sin sentido que a ratos parece una ideología. Y una no muy buena, como queda comprobado.
Llena de errores garrafales, de suposiciones, contradicciones, sin estrategia firme y sin credibilidad, el tema de este regreso a clases, un punto a donde se dirigen estos dos huracanes que parece converger vertiginosamente, va derramando consternación y dudas, lejos del aliento, la confianza y la solidaridad con el gobierno que deberíamos tener (se cosecha lo que se siembra, el señoritingo mesiánico se la ha pasado denostando a la mitad de la población), se ve diezmada por la serie de contradicciones que se han dado en este marco. El gobierno dice y se desdice. Abandonando incluso a sus aliados, como le pasó a Carmen Aristegui que se vio incluida en sus exhibiciones mañaneras a los medios engañosos, por haber difundido la noticia de la carta responsiva que supuestamente se pediría para el regreso a clases, a lo que la otrora fiera defensora de la verdad y la justicia respingó al demostrar que dicho documento no era falso, había sido filtrado por medios oficiales. Solo que como no se enteró el siempre vigilante ojo del Pejesaurón, pues no podía ser real, debía ser un “fake”.
Otro aliado que se le pela al tlatoani de la 4T fue la CENTE, esa que le concedió lo que pidiera cuando hicieron su berrinche sobre las vías ferroviarias al principio del sexenio y que ahora no quieren regresar a las aulas (¿todavía le extraña a alguien que los de esta organización no quiera trabajar?) aduciendo que las vacunas, que el contagio, que los niños.
Los niños, por cierto, a los que les han dado un halo mágico (debe ser el escudo moral sancionado por el gran científico descubridor, Lopez-Gatell) declarando que no les afecta la pandemia a ellos, aunque hemos visto que en recientes fechas, con la falta de vacunas para menores de edad y las nuevas cepas diezmando la población, no es del todo cierto esto. La vida es un riesgo, dice el presidente, suponemos que la escuela pública donde su hijo estudia ha de tener los mismos riesgos que las de nuestros hijos. Habría que recordar dolorosamente el escaso interés que tuvieron por tres años en la vida de los pequeños enfermos de cáncer.
Este monero apela constantemente a las sensaciones y emociones de nuestros lectores, es un hecho, en los dibujos se puede provocar no solo la risa, si no también el miedo, la tristeza o la indignación del público, quien reconoce en los cartones que conllevan la opinión de quien los realiza, su propio punto de vista o el contrario, pero provocamos la visualización de los temas. “Ah sí es cierto” algunos espetan al ver una caricatura, que con la licencia que permite el humor gráfico, resume y expone lo que los analistas “serios” en ocasiones no pueden atar juntos. En el cartón de esta semana presentamos las contradicciones y maromas que el gobierno federal ha emitido de una u otra forma respecto a este berenjenal. Es fácil utilizar este momento para poder ver ue es un reflejo del pésimo manejo del país donde 130 millones de mexicanos están a merced de caprichos, mentiras, suposiciones, malos ejemplos, discordancias e ineptitudes de quienes debieron desde sus puestos proteger y dirigir con el ejemplo, ciencia y razón. Y ahora llevan ese desastre al sector educativo, pidiendo que les confiemos la salud y enseñanza de nuestros hijos. ¿Con el caos que traen arrastrando? Está de pensarse, ¿No?