La alcaldía de Tancanhuitz, un premio que nadie quiere
El verdadero mensaje de la comparecencia el miércoles del gabinete de seguridad ante el Senado puede resumirse en la interpretación estratégica de la fotografía de una civil hablando por encima de mandos militares:
1.- La secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, apareció como la cabeza política del gabinete de seguridad, con los mandos castrenses participando con su sola presencia y sin ningún punto de vista en la defensa de la estrategia de seguridad.
2.- Los senadores de la oposición volvieron a perder la oportunidad de analizar, aún con exagerado sentido crítico, la estrategia gubernamental de seguridad y se dedicaron a insultar a los jefes de las tres armas: Ejército, Marina y Guardia Nacional, sin pensar en que todo lo que resiste, apoya (Reyes Heroles).
3.- El punto sensible de la comparecencia de la secretaria Rodríguez se volvió a escapar de los senadores de la oposición: la existencia de un crimen organizado en modo de agrupamiento cuasimilitar, que implica no solo capacidad de fuego superior a la de las policías estatales sino acciones de sustitución de la autoridad del Estado en porciones territoriales que forman parte ya del espacio delictivo.
4.- Otro dato que les pasó de noche a los senadores de oposición en modo de obsesión enfermiza lo planteo en su parte cuantitativa la secretaria de Seguridad: el enorme daño que las autoridades le han hecho a las diferentes organizaciones del crimen organizado en materia de arrestos, congelación de cuentas, captura de armas, dinero en efectivo, vehículos, pero con las evidencias de que el crimen organizado sigue muy campante como una medusa de mil cabezas ala que la estrategia de seguridad no le puede causar daño.
5.- La estrategia gubernamental de construcción de la paz tampoco ha sabido explicar el modelo de apoyo a las causas sociales de la delincuencia y la existencia de la marginación social como verdadero ejército de reserva que siguen formando parte de las bases criminales, con el dato que tampoco ha convencido de que es preferible eludir la confrontación a balazos que convertir a la República en una zona de violencia en las calles.
6.- La argumentación del apoyo social a las fuerzas de seguridad, incluyendo, de manera sorpresiva en la última encuesta de percepción del INEGI, el hecho de que hasta las policías municipales han aumentado su aceptación social, tampoco ha podido ser razonada por la oposición legislativa y por tanto sus argumentaciones siguen careciendo de racionalidad estratégica.
7.- Dos nuevos paradigmas pudieran estarse configurando a partir del escenario de la seguridad: el de la sociedad militar y el del Estado de seguridad interior. La primera implica una nueva conceptualización de la seguridad por parte de la sociedad en función de los criterios militares de confrontación con delincuentes que no tienen ninguna posibilidad de reeducación o reinserción social; y el segundo implica que el Estado se enfrenta a una fusión dialéctica entre seguridad y bienestar en tanto que la confrontación no es con malandrines sino con una estructura delictiva que tiene poder económico y poder destructivo de las armas para sustituir al Estado de bienestar.
8.- El origen de la situación de inseguridad que se vive en la actualidad estuvo en el error estratégico del régimen del PRI cuando permitió que las fuerzas de seguridad que respondían a la existencia ideológica del Estado mexicano se reorientarán, una vez aplastada la disidencia armada guerrillera, al control de la delincuencia en los años setenta como una forma derivada del control sobre la sociedad. Ahí se fusionaron la política y la delincuencia que se salió de control a mediados de los ochenta al asumir las bandas delictivas la autonomía relativa de su propio poder económico y armado rebasando los márgenes de control institucional de las fuerzas de seguridad que quedaron subordinadas a los intereses criminales.
Los senadores y diputados de oposición se han enceguecido en su confrontación con el gobierno federal en materia de seguridad, han convertido a las Fuerzas Armadas en su némesis político, no han racionalizado la reconfiguración estructural de los poderes del Estado vis a vis los poderes criminales y han llegado al absurdo de que prefieren que las Fuerzas Armadas regresen a los cuarteles y el Estado político quede presa de los intereses de poder de los cárteles del crimen organizado.
En este escenario, el principal mensaje de la comparecencia del miércoles fue muy claro: la conducción de la estrategia de seguridad es civil y la oposición siguen sin entender el problema de inseguridad.