Diferencias entre un estúpido y un idiota
Hay una expresión iberoamericana que dice: cuando menos se espera, salta la liebre. La imagen del socialismo español se tenía más socialdemócrata, pero plural, abierta, democrática. Pero ahora nos sale con que su alianza es con el presidente Maduro y su movimiento chavista que ha desparecido las reglas democráticas en Venezuela y con el Evo Morales que prohijó una rebelión en Bolivia. Los dos dinamitaron los puentes de la democracia.
El destino de Iberoamérica debiera ser el de la madurez democrática, el de las reglas del juego de la mayoría con espacios para las minorías, la del cumplimiento de los plazos institucionales, la de las instituciones. España acaba de dar una lección amarga y dura, complicada y desgastante, de que los caminos de la democracia tienen sus posibilidades, pero ahora esa España de la construcción de alianzas y de respeto a las leyes está apuntalando a dos dirigentes sociales que juegan con la democracia para imponer gobiernos autocráticos.
La crisis de Venezuela necesita de una gran coordinación internacional para restaurar la democracia. Ni Maduro ni Juan Guaidó representan el regreso a la institucionalidad democrática. El propio Guaidó firmó su liquidación política cuando se prestó al juego del presidente Donald Trump el pasado 4 de febrero con su presencia como “presidente legítimo” de Venezuela… impuesto por la Casa Blanca. Y Maduro sigue siendo una pieza incómoda de La Habana exportadoras de revoluciones en el corazón de Sudamérica.
Evo Morales quedó atrapado en una crisis nacional e internacional y se convirtió en una pieza de negociación de ortos interés. México lo asiló y le dio trato de jefe de Estado, pero la presión de la Casa Blanca apresuró su exilio a La Habana y a Argentina. A diferencia del petróleo venezolano que le ha dado a Maduro una condición geoestratégica, el litio de Bolivia en realidad cuenta poco y el papel de Morales en los equilibrios/desequilibrios ideológicos anti estadunidenses carece de valor político, pero sirve para mantener la inestabilidad como mecanismo de control geopolítico.
Nada podría ganar España con el apoyo a Maduro y a Morales, salvo compromisos de financiamiento político de las dictaduras a políticos de los dos partidos en el gobierno que están siendo desenterrados en algunos medios digitales ahora como sospecha, pero con posibilidades de lograr declaraciones o documentos probatorios. La gestión del expresidente psoista (que no socialista) José Luis Rodríguez Zapatero para salvar a Maduro afectará la estabilidad política de Iberoamérica y generará presiones estadunidenses que dañar-an los precarios equilibrios.
Y las relaciones de Podemos con Bolivia que, según indicios que están por probarse, pasa por una oficina de consultoría política de México nada le aporta a la geopolítica europea del nuevo gobierno coalicionista de España y sí le hace enfriar relaciones con otras naciones que necesitan de impulsos democráticos. Maduro y Evo tienen relaciones estratégicas con el partido Morena del presidente López Obrador y con ello también se han metido en la crisis de conflictos ideológicos del gobierno mexicano actual.
La España democrática estaba llamada a jugar un papel mejor en la crisis de sistemas y liderazgos de Iberoamérica. Sin embargo, redujo su espacio estratégico con el apoyo a dos figuras políticas que han causado estragos en sus respectivos países. Ninguna cumbre iberoamericana es recomendable con las tensiones de gobierno en Venezuela y Bolivia y la intervención de España más por intereses de sus gobernantes, que por el papel estabilizador de España y la Unión Europea que pudieran jugar en las crisis locales que han interrumpido procesos democráticos institucionales.
Ante el acoso de Trump a Iberoamérica, la tensión migratoria creciente y el fracaso de la Organización de Estados Americanos como mecanismo de estabilización política, se esperaba que Europa pudiera voltear la mirada hacia el otro lado del Atlántico vía comisiones de observadores que intentaran abrir caminos de negociación política, Al final de cuentas, la inestabilidad en Iberoamérica no le va ni le viene a Europa, pero sí le conviene a los EE. UU. de Trump porque facilitan sus presiones geopolíticas y de seguridad nacional y mantiene a los países al sur del Río Bravo en condiciones de crisis económicas.
Los apoyos del gobierno socialista PSOE-Podemos a dictadores sudamericanos han pasado ya a formar un elemento adicional de la crisis política en la región y en nada abonan a las expectativas europeas del nievo gobierno español. Pero la España democrática tiene una deuda con Iberoamérica por el papel solidario con el pueblo español durante los años de la dictadura franquista. No debe olvidarse de la amistad estratégica de Franco con el dictador populista Juan Domingo Perón.
El apoyo a Maduro ha puesto al gobierno español en una fase de ingreso a una crisis con la Unión, debido al bloqueo europeo contra Venezuela y la reunión de alto nivel de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez con el operador principal del presidente Sánchez, José Luis Abalos, que, por cierto, llevó a una crítica de Trump porque España se metió en un país que representa hoy en día una pieza de la seguridad nacional estratégica de la Casa Blanca.
Sin el apoyo de la UE y, peor aún, contra decisiones políticas de alejamiento de Venezuela y con protestas de algunos de los barones del PSOE, el gobierno de Sánchez sólo tendrá problemas internos por Maduro y Evo. Y lo más grave será su alejamiento de la Iberoamérica democrática.
indicadorpolitico.mx
@carlosramirezh