
Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
Es difícil, en navidad, no volver en el tiempo a nuestra infancia, cuando nos íbamos a dormir, sin poder conseguirlo en el primer intento, ilusionados por los regalos que iban a amanecer junto al nacimiento.
Después quizá, nos tocó ser quienes depositábamos los regalos al pie del árbol, para que nuestros hijos salieran a buscarlos la mañana del 25 de diciembre, cada año.
En mi caso, ahora mis hijos ya crecieron. Hace unos días fui, con un grupo de mujeres y hombres altruistas, Club de Leones Valle de Tangamanga a una comunidad alejada, no de la Capital potosina, sino del Siglo XXI. Donde la gente aún no tiene electricidad, mucho menos internet o computadoras para que los niños y jóvenes puedan estudiar a distancia. Ahí llevamos vestido, alimento y útiles escolares.
El tiempo ha pasado desde aquéllas navidades de mi niñez. En las que hoy vivo como adulto, muchos seres amados se han ido, y como muchas personas de hoy, experimento un mundo en una profunda crisis de salud, de empleo, de recursos económicos, con pérdidas humanas que duelen en el alma. Y, a pesar de todo, lo único que no debemos perder es la esperanza, ni hundirnos en la tristeza y la desesperación.
Creo que México es grande, lo sé porque me encanta repasar nuestra centenaria historia común. Hemos pasado por periodos oscuros y difíciles, pero no nos dimos por vencidos. A través de los disturbios y la depresión, nos aferramos a la esperanza y hoy seguimos siendo un país fuerte.
En medio de la incertidumbre hoy es Navidad, un tiempo de paz, buena voluntad, amor, compañerismo y felicidad. Esta Navidad nos invita a la reflexión, a la introspección, a reconocer el motivo que la anima y a dedicar tiempo a nuestras familias y amigos, así sea en la distancia. Muchos de nosotros, sin duda, estaremos pensando en los seres queridos que hemos perdido. Muchos de nosotros no podremos estar en Navidad con nuestras familias. Te invito a crear un entorno familiar con quienes te rodean. Tom Hanks tuvo a Mr. Wilson en la película El Náufrago, y sobrevivió. Habrá quienes debamos buscar en esta tierra o en lo más alto del cielo, un ideal, un sueño al cual aferrarnos.
Este año ha cimbrado a las familias. Niños, y jóvenes en edad escolar, cuyos padres fallecieron, están hoy carentes de certidumbre en sus vidas. Aquí están los niños a los cuales acunar en el pesebre de nuestro corazón, y en nuestra –indispensable como insustituible- aportación material, durante ésta y más navidades. Ellos son hoy un motivo más para nuestras vidas. Y están también todos aquellos seres humanos que, por alguna razón, no pueden valerse por sí mismos.
Juntos tenemos que trabajar en nuestras comunidades para desarrollar familias en las que nuestros niños puedan ser nutridos y socializados para que desempeñen un papel como buenos ciudadanos de México. Este no es el momento para que sólo nos preocupemos de nuestros propios asuntos ignorando a quienes lo han perdido casi todo. Tenemos que cuidarnos unos a otros, proteger a nuestros hijos y ser el pueblo que cuida al niño que hoy nace.
Procuremos, por igual, que nuestras familias estén bien, cuidando de nosotros mismos y cuidando de ellas. Las familias forman el cimiento social y si nuestras familias están bien, la sociedad también estará bien.
En otro orden de ideas, el aumento de la delincuencia y la violencia sólo puede revertirse si cultivamos y fomentamos los valores fundamentales que animan a cada ser humano a ser lo mejor de sí mismo.
Creamos que con amor y esperanza podemos realizar nuestros sueños a nivel personal, pero también como parte de una comunidad. Reavivemos el espíritu de buena voluntad para la familia y para México entero.
Hemos sufrido mucho, pero también, hemos de recordar que la ostra prospera cuando se irrita. Mientras más grande la irritación, más hermosa es la perla que produce. Este es el momento en que tenemos que profundizar aún más en nuestras fortalezas y nuestro potencial, para que podamos salir de este periodo difícil. Enfrentamos desafíos inéditos para nuestra generación, de salud, de empleo, de seguridad, en fin, problemas sociales, políticos y económicos, que sin embargo, no son imposibles de superar, porque siempre podemos corregir el rumbo así hayamos hecho muy mal algunas cosas.
Los mexicanos somos un pueblo resiliente, perseveraremos y superaremos esta experiencia como el oro puro que vence la corrosión. ¡Creamos en ello!
Les deseo a cada uno de Ustedes una navidad plena de paz, amor y buen ánimo para perseguir los propósitos que, este año, quedaron incumplidos o incompletos. Un abrazo.