Ironía
Cuando se examinaron el Palacio Nacional los primeros escenarios que planteó la revelación del periodista y escritor Guillermo Sheridan sobre el plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel Massa, los pocos que tuvieron posibilidad de emitir opiniones supieron que se trataba de un caso indefendible. Sin embargo, el presidente de la República decidió la defensa de la funcionaria de la Suprema Corte de Justicia, pero la fuerza personal de su retórica y la falta de aliados en medios de comunicación fue elevando el costo político del salvamento.
Discurso político, instituciones fundamentales y compromisos presidenciales se fueron hundiendo en el pantano de un asunto que carecía de una defensa racional y que hubiera evitado un daño mayor con la solicitud de renuncia de la funcionaria el mismo 21 de diciembre con el argumento de que defendería su caso sin involucrar a la Corte ni a la institución presidencial.
La chuza Esquivel afecto cuando menos a diez pinos con una sola bola de boliche:
1.- La UNAM le tuvo miedo a un caso que involucraba la autoridad presidencial y el rector Enrique Graue quedó atrapado en las redes de las complicidades timoratas y su última justificación fue –usando sus propias palabras referidas a la tesis— una “copia sustancial” de los comportamientos sometidos al presidencialismo de rectores como Guillermo Soberón Acevedo, Jorge Carpizo y Juan Ramón de la fuente Ramírez. El actual rector mintió cuando dijo que no podía retirar el título profesional, porque en los hechos la UNAM es la que entrega el título después del procedimiento de la tesis y del examen profesional y la SEP solo da trámite a la cédula profesional.
2.- El discurso presidencial de la corrupción quedó manchado con tinta indeleble por defender un caso tan evidente con las pruebas presentadas por Sheridan, como el título, el índice y más del 90% del contenido.
3.- La Corte debió de haber tenido una voz tronante pidiéndole a la ministra Esquivel la separación del cargo, aún sin calificar los hechos, pero el entonces ministro presidente Arturo Zaldívar le jugó a la grilla palaciega, a la espera del cargo de fiscal general de la República.
4.- Morena quedó borrado como partido político y tendrá que cargar con la complicidad de un caso de corrupción moral en un proceso de elección presidencial.
5.- El Senado decidió salirse por peteneras y hacerse a un lado, a pesar de que la comisión correspondiente de ese órgano legislativo, bajo la coordinación férrea de Ricardo Monreal Avila, fue corresponsable del fraude porque no revisó la documentación presentada para el nombramiento de la ministra.
6.- El modelo de comunicación de la mañanera también se salpicó al ser utilizado para intentar desviar la atención de la denuncia contundente del plagio y para atacar a los mensajeros, pero la severidad de las pruebas fue irrebatible.
7.- La credibilidad personal del presidente de la República también resultó lastimada por la forma en que construyó su discurso de abordamiento de la denuncia y por la tardanza en tomar la única decisión posible: la renuncia de la ministra Esquivel.
8.- El discurso del Estado de derecho perdió credibilidad y el caso de la denuncia, las pruebas contundentes y la inevitable aceptación el plagio pasará a formar parte de la historia política del sexenio y le quitará puntos positivos a la gestión presidencial.
9.- La sucesión presidencial fue metida a fuerzas en la crisis de la ministra Esquivel por la intervención tramposa, amañada y con documentos falsos de la Fiscalía General de Ciudad de México por una relación de complicidad de la ministra Esquivel con la precandidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo.
10.- Y la más lastimada por el suceso fue la propia ministra Esquivel, no solo por la negación consistente ante la contundencia de las pruebas, sino por seguir participando en las labores propias de la Corte y por insistir en presentarse como candidata a la presidencia del Poder Judicial el lunes 2 de enero, teniendo en contra la contundencia de las críticas y revelaciones de los medios de comunicación y las redes sociales.
El caso Esquivel pasó a formar parte histórica de la crisis más grave del sexenio actual y del daño a la credibilidad de personas e instituciones, con una actividad coherente de todos los medios de comunicación manteniendo el tema en la agenda política diaria. El choque entre el discurso presidencial de apoyo y la denuncia de los medios reveló que la prensa sigue jugando, a pesar de todo, un papel político crítico.