
Los niños que fuimos
Muchas de las fórmulas, incluidas las periodísticas, se desgastan y terminan por volverse en contra de quienes las usaron por mucho tiempo para escalar posiciones.
Es el caso del periodista mexicano Jorge Ramos, conocido en el país y en Estados Unidos -donde trabaja- por su peculiar manera de hacer entrevistas.
La realizada al presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia mañanera del 15 de enero, lejos de sorprender fue decepcionante.
Para empezar, preguntó más con el corazón caliente que con la cabeza fría y lo peor, es que no cuestionó nada nuevo ni tampoco presentó datos que pusieran en entredicho a López Obrador.
No se dio cuenta que AMLO creó un colchón para seguir con sus pretextos durante un año, el tiempo que pidió para sentar «las bases» de la llamada Cuarta Transformación.
Sonó bonito, como cabeza periodística, que Ramos dijera que el índice de crímenes en el actual sexenio es el peor de todos los tiempos en México, información que ya todo mundo conoce. La diferencia con el mismo cuestionamiento del 12 de abril de 2019, es que esta vez López Obrador tuvo tiempo para preparar con tiempo una respuesta y ya no le concedió pasarlo al frente para debatir junto a él.
Jorge Ramos simplemente llegó, tiró el dardo y no dio en el blanco, por eso no tuvo el efecto deseado de aquel entonces, cuando el tabasqueño apenas tenía cinco meses en el poder y nunca se esperó la pregunta, pero esta vez, el reconocido comunicador fue predecible y como estaba con el resto de los reporteros, tuvo que esperar su turno, es decir, hasta que el equipo de AMLO preparó las cifras, las gráficas y la respuesta de algo que intuían se iba a cuestionar.
¿Esto es bueno para el país? La respuesta es no, porque si ni Jorge Ramos que antes podía poner contra la pared casi a cualquiera, esta vez no pudo, se ve difícil que López Obrador pueda ser atacado por ese flanco, porque de alguna manera, con su forma de envolver a la prensa y a su claque, ha empezado a normalizar los números para los ciudadanos, por más que sean sumamente negativos e inquietantes.
Además, López Obrador es un político que siembra el caos para desviar la atención. Ahorita el tema de moda es el de la salud y al rato será otro, y así se la lleva. El periodismo no atraviesa su mejor momento, necesita retomar el protagonismo que el mandatario le ha quitado con esas mañaneras mareadoras, el recorte a los paquetes de publicidad, sus críticas a sus críticos y, en resumen, de poco sirve tenerlo enfrente si de todas formas sus propios datos son los que más resuenan hasta el momento en el país.