Diferencias entre un estúpido y un idiota
Las encuestas que sí están preocupando en Palacio Nacional no son las que confirman día a día la mayoría de los votos a favor de cualquiera de las corcholatas presidenciales, sino las tendencias de votos estancados para el poder legislativo.
El éxito de la 4T depende de lograr la mayoría calificada con la alianza Morena-PT-Verde en las dos Cámaras para cambiar la Constitución, pero se trata de una tarea hasta ahora imposible de lograr. Si acaso, Morena quedará igual que ahora: mayoría absoluta, pero no calificada. Y los planes de continuidad reformista no se lograrán.
El presidente López Obrador está muy comprometido –consigo mismo, con su partido y con su proyecto de transformación– a obtener la mayoría calificada en las dos cámaras: dos terceras partes de las bancadas para su partido y sus aliados –el PT y el Partido Verde– porque necesita garantizar reformas constitucionales que ya ha adelantado, entre ellas, de manera sobresaliente, la reforma para implantar la designación de ministros por voto popular y no por propuesta del Ejecutivo y el voto calificado del legislativo.
Hasta ahora, las encuestas que prefiguran la conformación de las dos cámaras que se votarán en junio de 2024 no modifican los niveles existentes hasta hoy: 46.8% de senadores de Morena y 56.2% con sus aliados, pero ante la necesidad de lograr el 67% para la mayoría calificada.
En la Cámara de Diputados en la actualidad andan en las mismas: 42% de legisladores de Morena y 55% sumando a sus aliados. El saldo de las votaciones legislativas de 2021 le bajó, inclusive, votos a Morena y la bancada se quedó en 39.6%.
El presidente López Obrador escaló sus metas electorales para 2024 con la vara colocada muy alta: las dos terceras partes de la coalición morenista para poder modificar la Constitución sin la necesidad de obtener alianzas compartidos fuera del bloque tripartidista existente. Aunque la mayoría absoluta de 51% le permite modificar leyes sin necesidad de mayorías calificadas, las iniciativas presidenciales se han encontrado con el obstáculo de que todos sus objetivos de reorganización de la estructura del régimen priista tienen que pasar necesariamente por modificaciones constitucionales y entonces se ve la necesidad de contar con una bancada propia de 67% para no tener que pedir favores a la oposición antilopezobradorista.
Por límite constitucional, ningún partido en lo individual puede tener más del 60% de los legisladores, como un candado contra los tiempos priistas en que el partido en el poder llegó a tener hasta 90% del poder legislativo y modificaba a su gusto la Constitución. El límite de 60% obliga al partido mayoritario a negociar con la oposición modificaciones constitucionales, algo que el presidente López Obrador se ha negado siquiera a intentar porque sus reformas a la Carta Magna rompen con los viejos equilibrios del régimen priista vigente.
El esfuerzo de Morena para arribar a la primera meta de 60% por sí mismo es prácticamente imposible de lograr: a nivel de senadores, tendría que pasar del 46.8% actual al 60% necesario, un crecimiento de más de un tercio, aunque en círculos morenistas se tiene la confianza –sólo eso: confianza– en ganar las 60 curules actuales y agregar 16, pero a partir del hecho de que Morena controla hasta hoy 21 gobernaturas y podría engullir se otras cinco más y desde ahí operar avances senatoriales.
El problema serio está en la Cámara de Diputados. Morena tiene apenas hoy el 40.2% de legisladores y requeriría un aumento de 50% en las elecciones del próximo año, lo que plantea el objetivo de aumentar nada menos que 100 diputados más para llegar al tope de 60%, y tendría que apuntalar a sus aliados para poder aumentar 60 diputados más a los que hoy tienen y toda la coalición conseguir la anhelada mayoría calificada de dos terceras partes.
Pero todas las tendencias electorales en las encuestas colocan a Morena en las mismas cifras de las elecciones senatoriales de 2018 y legislativas de 2021, en tanto que las posibilidades –cuando menos hasta ahora– del PP y del Verde indican disminución legislativa.
En este contexto los focos rojos de alarma legislativa están prendidos en Palacio Nacional porque todos los planes de reforma de régimen se estarían desmoronando por la falta de repunte legislativo de Morena.