
No es nuevo el cinismo
La salud es, quizá, el más elemental de los derechos sociales. Sin acceso a medicinas, insumos y atención médica oportuna, cualquier discurso de igualdad queda vacío. Por ello, la decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum de poner en marcha el programa Rutas de la Salud, centrado en garantizar el abasto y la logística de medicamentos “hasta la última milla”, es un hito que merece destacarse no solo por su audacia, sino por su trascendencia histórica.
Durante años, México padeció un laberinto logístico que condenaba a miles de familias a recorrer farmacias privadas, a enfrentar desabasto en clínicas rurales y a padecer la incertidumbre de no encontrar medicamentos esenciales. La presidenta ha optado por un cambio estructural: un sistema federalizado de distribución que asegura, cada mes, la entrega de medicamentos completos en las más de ocho mil unidades de primer nivel del IMSS-Bienestar.
No hablamos de un parche improvisado, sino de una política pública planificada: 96 rutas de transporte especializado recorren ahora el país, con la misión de garantizar que los medicamentos no se queden en almacenes ni se pierdan en trámites burocráticos, sino que lleguen directamente a las manos de las y los pacientes.
Las Rutas de la Salud encarnan la filosofía del humanismo mexicano: poner en el centro al ser humano, no al mercado. Se acabó la lógica de los monopolios farmacéuticos y de la especulación con la salud. Hoy, la rectoría del Estado asegura que el acceso a medicinas no dependa de la capacidad de pago ni de la región en la que se viva. Sheinbaum lo ha dicho con claridad: la salud no es mercancía, es derecho. Y este programa lo traduce en hechos concretos, entregando medicinas para diabetes, hipertensión, cáncer y enfermedades crónicas que antes eran privilegio de unos pocos.
La logística y el abasto son, en el siglo XXI, tan estratégicos como las carreteras o la electricidad. Con este programa, México sienta las bases de una infraestructura sanitaria moderna, capaz de resistir crisis, emergencias y hasta pandemias futuras. No se trata solo de repartir cajas de medicinas; se trata de construir un sistema nacional de salud con soberanía, eficiencia y justicia social. La presidenta está marcando la ruta no solo de la salud, sino del país: un Estado que cumple, que se hace presente y que convierte los derechos en realidades palpables.
Las Rutas de la Salud son una verdadera revolución silenciosa. Pocas veces una política pública toca de manera tan inmediata la vida cotidiana de millones de mexicanas y mexicanos. La Cuarta Transformación, con Claudia Sheinbaum al frente, está escribiendo una página de dignidad: la de un pueblo que, por fin, empieza a vivir la salud como derecho garantizado y no como privilegio escaso. Ese es, sin duda, el legado que toda nación necesita.
@EmilioUlloa X
Emilio Ulloa Facebook
emilioulloamx Instagram