
Entre Hipona y los Andes
Se cree que el país vivió tiempos de gloria cuando defendió a Cuba por su exclusión de la OEA a iniciativa de EU. Es una idea fija en muchos políticos, más en quienes tienen origen priísta y ahora militan en la izquierda. Son pasajes que alivian culpa por una adhesión política ahora indeseable por vergüenza en algunos casos y por oportunismo en muchos más. Lo cierto es que el presidente López Obrador considera que estar del lado de Cuba en estos momentos es honroso y dignifica a la política exterior, más si se trata de contrariar al país vecino al norte. El argumento es un supuesto humanismo incluyente, justo lo que no se practica en casa.
La realidad de aquel entonces es radicalmente diferente a la de hoy día. Cuba no ha cambiado, pero México sí. También el mundo y las relaciones internacionales. La cuestión es que López Obrador tiene ideas fijas. Con más soberbia que inteligencia resolvió no ir a la Cumbre de las Américas si Estados Unidos no invita a Cuba, Venezuela y Nicaragua, países enemigos de las libertades y de la democracia, no sólo para Estados Unidos, también para buena parte del mundo democrático.
El Presidente piensa distinto y está decidido a no asistir a la Cumbre. Los dados están echados, Estados Unidos no los invitará y, en respuesta México no será representado con su Jefe de Estado, quien se encuentra en condición de ventaja respecto al norteamericano. Los dos están motivados por objetivos electorales, siendo para Biden el tema migratorio su mayor dificultad, y para ello requiere de la colaboración de su par mexicano. Éste, por tal razón ha adoptado una actitud de recurrente desafío, como fue la postura que asumió ante la invasión de Rusia a Ucrania.
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