Libros de ayer y hoy
«Traedme al hombre, traédlo, necesito verlo para juzgarlo», decía Emile Zola y ya lo vimos.
Un diputado del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en menos de dos minutos, en público y ante los medios de comunicación, utilizando la tribuna del Congreso del Estado, insultó y agredió de manera bajuna a dos respetables damas legisladoras, las señores Beatriz Eugenia Benavente y Sonia Mendoza, ante la complacencia inquieta de otro diputado del mismo PVEM que actuaba como secretario de la sesión del jueves pasado.
El hombre que violenta a una mujer no es hombre. No importa la circunstancia; el violentador es un ser que a través de sus actitudes, conductas y manifestaciones demuestra sus imperfecciones y sus carencias. El que violenta es un ser acomplejado, un minusválido moral, un ser inferior.
La Organización Mundial de la Salud considera que una de cada tres mujeres es violentada en el mundo. La cifra es sumamente grave y debe llamar a escándalo, por eso las sanciones punitivas no deben esperar y que no venga el legisla-violento que fue «al calor legislativo» y «un decir parlamentario». Que estupidez.
Desde luego que el señor no sabe distinguir entre un parlamento y un congreso, pero hoy no es el punto.
Lo que debe quedarle muy claro, es que ningún «calor legislativo» explica y menos justifica la violencia contra la mujer. Quien agrede a una mujer agrede a todas.
Me dicen que entre otras lindezas al legislador del PVEM le gusta liarse a golpes y supongo que eso lo considera un mérito, «le gusta partirse la madre» lo que denota su inferioridad y eso supongo también lo hace considerar «muy hombre», pero la estatura moral nunca se ha medido a puñetazos. El perfil del legislador ha quedado muy claro.
La cartilla moral debe formar parte todos los días de la agenda legislativa; mientras tanto, el hecho se ha registrado a nivel nacional y una reconocida conductora lo calificó en su noticiero como «una perla negra».
En su estupidez el legislador del PVEM no midió el daño a las señoras legisladoras a quienes agredió, tampoco el daño al género femenino y mucho menos tuvo la conciencia -no podrá tenerla- del daño que causó a la imagen de San Luis Potosí.