
Los niños que fuimos
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La estrategia sanitaria frente a la pandemia en Brasil a cargo del presidente Jair Bolsonaro, es un ejemplo mundial de la ineficiencia de los sistemas médicos a cargo de un gobierno que le dan prevalencia a factores secundarios mas que a la salud de su ciudadanía. La ultraderecha brasileña tomó la decisión de bajar las medidas de contención para atender esta enfermedad para darle prevalencia a la economía del país ocasionando que los contagios se elevaron de manera impresionante llegando a contabilizarse 90 mil enfermos en un solo día el 19 de marzo de este año.
Es claro que un gobierno tiene que “malabarear” varios conceptos al mismo tiempo: la economía, la salud, la producción, los servicios, etc. y debe de llegar a un equilibrio en donde todos estos factores funcionen mejor para la ciudadanía.
Y es claro que de acuerdo a la ideología de cada gobierno se le da preferencia a ciertos factores más que otros. Pero en una situación de emergencia no debe de ser mas importante absolutamente nada que las cuestiones de salud pública. Abrir el comercio es un riesgo, abrir las empresas de servicio es un riesgo, manejar la vida política pública implica riesgos en la reuniones multitudinarias por ejemplo, abrir los servicios turísticos al público también implican un riesgo. Por otro lado, está claro también que es necesario ceder un poco ante las necesidades de los afectados por el cierre de todas esas actividades, pero se tiene que mantener firme en la dirección correcta no solo para combatir la pandemia sino por principio contenerla, porque significa proteger la vida de cada ciudadano involucrado, el que presta el servicio y el que lo consume.
Previo a una de las épocas más importantes para el turismo, la semana santa, el gobierno redujo el nivel de alerta y contención en todos los estados de México, ocasionando que se diera una enorme permisividad, aderezada aún más por la falsa sensación de seguridad que proporciona el inicio de la etapa de vacunación incompleta y bastante mermada. Porque no es ni siquiera el principio de una acción preventiva y paliativa. La vacunación incompleta en nuestro país es igual a ninguna vacunación.
México, sus ciudadanos, instituciones y organizaciones, en manos de este gobierno resulta más indisciplinado y valemadridista que nunca. Este monero piensa que las medidas que se están tomando han sido siempre deficientes y muy por abajo de lo que necesita nuestro país, el símbolo más claro de esto es Andrés Manuel López obrador esbozando una sonrisa y mostrando al público sus estampitas de detente, significando que se le dejaba a una autoridad superior imaginaria el contener la enfermedad, y no a la ciencia, el razonamiento y la lógica como debió de haberse efectuado. Esta semana santa cobra un significado diferente en términos religiosos puesto que no solamente tiene el carácter contemplativo y reflexivo propio del catolicismo, después de todo se rememora el fallecimiento del hijo de Dios, Jesucristo. En otras épocas esto debía ser una época de recogimiento y luto, pero a raíz de que se convirtió en una pausa laboral, se le ve como vacaciones y fiesta, y no como un acto religioso. Ese recogimiento físico y espiritual podría haber sido muy útil en las circunstancias en las que estamos viviendo, pero lejos de ello, la gente, se ha volcado a actividades públicas recreativas, y me consta, ya que el primer día de estas vacaciones pude ver abarrotados los antros de mi ciudad en la avenida Carranza. Y no me importa quedar como un viejo cascarrabias, pero la inconsciencia de esos grupos de jóvenes agolpados en grupos de 30 o 40 individuos afuera de cada antro que pude ver verdaderamente me parece por lo menos ominoso.
Y ya sé que estamos todo el tiempo criticando a las acciones del gobierno y tampoco nos hubiera parecido bien que nos pusieran las medidas restrictivas más fuertes como estábamos en el semáforo rojo, pero si, efectivamente, la omisión que estamos ahorita padeciendo por parte del gobierno es necesario criticarla firmemente. Veremos cómo se dan las consecuencias en una o dos semanas que empiecen a crecer los contagios debido a esta reducción de medidas. Dios quiera que no.
Y esta, si llega, sería la tan mencionada y aborrecida tercera ola de contagios de la que se viene platicando frecuentemente en los medios. Como siempre, los expertos se la viven desgañitándose por advertirnos a través de estos medios masivos y nosotros, los valientes y desparpajados mexicanos, sonriendo los ignoramos.