La rueda de la pandemia

Y pobre del doctor Hugo López-GatelI en verdad le ha tocado la rifa del tigre puesto que con la dirección de su jefe mayor el místico Andrés Manuel López Obrador nadie quisiera estar en sus zapatos.

Y no es que el doctor sea una persona infalible per se, pero seguramente con la adecuada dirección y el apoyo correspondiente hubiera hecho mejor trabajo.

Y es que tuvo que justificar varias veces las ocurrencias del presidente que desde que empezó la pandemia incurrió en varios momentos de desobediencia lejanos a la solidaridad y el ejemplo que esperábamos como parte de la guía y ejemplo que debía de profesar por nuestro pueblo, y por el contrario alentó el espíritu “valemadridista” que siempre nos ha aquejado y con el cual estamos tratando de luchar para que prevalezca la razón sobre las creencias y costumbres de cada individuo. Y a esto se le añade el hecho de que la toma de decisiones generales del presidente y sus ministros, además de los otros personajes que integran en una u otra rama del gobierno la autonombrada Cuarta Transformación, no han sido las más apropiadas ni sensatas ni siquiera las más lógicas.

López Gatell entonces ha tenido además la función de ser la cara de este gobierno frente a este problema y recibir los cuestionamientos, burlas, acusaciones y linchamientos mediáticos que tanto las empresas serias como los azuzados por la oposición, han realizado en torno a este tema. Pero también voces tan importantes como los científicos de diferentes instituciones y representantes de gremios de alta importancia como lo son los médicos, especialistas y trabajadores, del Sector Salud.

Esto ha derivado en que el doctor Gatell no ha presentado un frente firme y de verdadera autoridad a la altura de un gobierno encargado de un problema tan grande, para salvar a 130 millones de personas comprendidas en nuestro territorio nacional.

A los ojos de este monero tal vez el doctor era una de las mejores opciones que podían tener la 4T, porque es una persona inteligente y carismática, probablemente les hubiera ido y nos hubiera ido peor si otro interfecto hubiera sido el elegido. Pero históricamente le tocó la rifa del tigre como decía. Y desafortunadamente cuando eres una autoridad y perteneces a un gobierno no puedes esperar lástima de parte del pueblo y mucho menos en un tema implica muertes. Por supuesto que ha habido gobiernos de ciertos países que parece que han tenido mejores decisiones o tal vez mejor suerte (o tal vez mejores ciudadanos) pero eso no hace que en una democracia se pueda perdonar los errores cometidos por quien tiene el mando. Repito, menos si esto involucra la pérdida de vidas.

Estamos a la vera de una nueva etapa en la que todos creemos concluirá esta pesadilla llamada pandemia del COVID-19, al llegar la vacuna y empezar la posible disminución de contagios, justo en esta temporada tan difícil para concretar las estrategias finales por las cuestiones que ya sabemos todos, las estacionales correspondientes al invierno y las fiestas decembrinas.

Pero la nula credibilidad del gobierno aunado a la idiosincrasia que nos pesa tanto, hace que esto se convierta poco a poco en un caldo de caos que no ofrece un verdadero asunto de esperanza si no de chance, de pura chance y chiripa. Justo como todo lo que el gobierno de la 4T ha creado y fomentado.

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