La Pica

El próximo martes podría caerle la guadaña al delegado de Bocas, Rosendo Guardiola Oviedo, si procede un señalamiento ciudadano en su contra, muy grave y por el cual no ha cumplido su obligación de dar una explicación pública.

Resulta que este funcionario fue acusado de daños, amenazas e intento de homicidio, pero aunque guardó silencio, dizque para que nadie se enterara, el contralor municipal del ayuntamiento capitalino, José Mejía Lira tomó cartas en el asunto y remitió el caso a la Contraloría Social.

La próxima semana será cuando esta Contraloría Social del gobierno municipal se pronuncie al respecto, al tiempo que el fiscal carnal, perdón, Federico Garza Herrera, hará su propio trabajo para determinar si hubo delito qué perseguir.

Como la presunción de inocencia está de moda, Guardiola sigue en su chamba y cobró su quincena completa. Hasta se tomará la Semana Santa, faltaba más.

Otro personaje denunciado -qué raro- es el secretario de Seguridad Pública del Estado, Jaime Ernesto Pineda Arteaga, por el diputado verde Edgardo Hernández Contreras, debido a un supuesto delito de peculado.

Como según el sapo es la pedrada, Pineda dijo que su pecho no es bodega y soltó: «Qué bueno que está al pendiente de mí, porque estoy logrando lo que él no hizo cuando estuvo en la delegación de la PGR cuando fue asesor».

O sea, calladito, el legislador se vería más bonito.

El «superdelegado» no sale de una para entrar en otra.

Resulta que uno de sus colaboradores más cercanos, Carlos Villa Calixto, cobraba doble sueldo, en el ayuntamiento de Valles y como Servidor de la Nación.

En números redondos, sus ingresos mensuales eran de 19 mil 500 pesos, una cantidad soñada para muchos de quienes realizan la misma labor pero no son amigos de Gabino Morales Mendoza.

Villa recibía 9 mil 500 pesos por atender el módulo del bienestar colocado a un lado de la Presidencia Municipal y otros 9 mil pesos por levantar el padrón de beneficiarios casa por casa.

A ver si Gabino no sale conque también esto es mentira.