Diferencias entre un estúpido y un idiota
No cabe duda que las cifras en torno al Covid 19 se han vuelto un verdadero galimatías, y para muestra lo que pasó anoche en San Luis Potosí, que saltó de cinco víctimas mortales del virus, a seis y luego a ocho.
La cifra oficial, porque viene de la Secretaría de Salud federal, indica que la entidad llegó a seis muertos. Por la mañana la estadística se mantenía en cinco.
Sin embargo, metió más ruido una aplicación mundial que da seguimiento puntual a los casos positivos y muertes, porque colocó a la entidad con ocho decesos.
Esta mañana se despejarán las dudas, pero luego que el subsecretario federal de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez aceptara que tiene un «modelo centinela» que multiplica por ocho los casos verdaderos de contagios y que luego afirmara que solo alimenta su base de datos con lo que reportan los estados, ya no se sabe a quién creerle.
Un dato en el que no se ha reparado mucho tiene que ver con la cada vez más abultada llegada de paisanos de Estados Unidos, considerado el epicentro de la pandemia del nuevo coronavirus.
De un tiempo a la fecha, la cifra creció exponencialmente y hasta el día de ayer jueves, la mayor parte se concentraba en la zona media con mil 24 personas, más 265 del altiplano, 260 de la huasteca y 138 en el centro de la entidad, para un total de mil 687 en aislamiento.
Desde luego que no se trata de estigmatizar, pero las autoridades sanitarias no han dicho de qué estado de la Unión Americana provienen ni tampoco, si alguno de ellos contrajo la enfermedad.
Como que ya hace falta que el titular del Instituto de Migración y Enlace Internacional, Enrique Malacara Martínez se dé una vueltecita a las conferencias mañaneras de la doctora Mónica Rangel Martínez, para dar más certeza a esta situación que se ha convertido en una verdadera bomba de tiempo.
Y es que resulta que Texas, donde vive la mayoría de los potosinos, es el séptimo estado con más casos en EU…
Los comerciantes ambulantes están poniendo nuevamente en predicamento a las autoridades, porque son quienes en su mayoría quitan las cintas divisorias que impiden el paso hacia las plazas públicas del Centro Histórico para instalar sus puestos de botana.
La situación es muy difícil, porque si bien las recomendaciones sanitarias son las de evitar contagios y propagación del virus en esta fase tres, quedándose en casa, la necesidad económica que tienen los comerciantes, es más fuerte que el miedo al coronavirus.
Baste recordar que el pasado viernes, mientras se inauguraba la calle Zaragoza, llegó al evento capitalino una ola de manifestantes, entre ellos boleros y vendedores de elotes, que gritaban a los cuatro vientos quién los iba a mantener.
Y la respuesta es nadie: porque ningún gobernante ha hablado de reducirse el sueldo para donarlo a los pobres, ni un partido político soltó un solo peso de sus prerrogativas y para colmo, ya ni los diputados se dejan ver, porque ahora sesionarán desde la comodidad de sus casas.