Diferencias entre un estúpido y un idiota
Al que dejaron solo, con su presunta autonomía, fue al fiscal general Federico Garza Herrera.
De él dependerá, en gran medida, que la ciudadana y la clase política se tranquilice un poco, luego del artero crimen contra Aurelio Gancedo Rodríguez, un priista que tenía buenas migas con muchos, por eso extrañó la muerte que sufrió.
En manos de Garza recayó ahora, toda la responsabilidad, debido a que las demás autoridades se han esfumado y el titular del poder Ejecutivo, Juan Manuel Carreras López indicó con todas sus letras que espera justicia.
Cuatro son las líneas de investigación, es decir, son muchas, lo que abrió demasiado el abanico y al mismo tiempo, indica dos cosas: que no quiere dejar ningún cabo suelto o que no tiene ni idea de lo que pasó.
El clamor es generalizado: el alcalde capitalino, Xavier Nava Palacios, cometió un error político al asistir a una marcha por la paz -de Morelos a la Ciudad de México- en compañía de Javier Sicilia y Julián LeBarón, en vez de atender de manera directa el problema de seguridad pública de la capital potosina.
El problema es que puso pies en polvorosa justo cuando el priista Aurelio Gancedo estaba desaparecido y luego se supo que había sido encontrado sin vida.
En política, el espacio vacío se llena con otro y aunque en este caso particular nadie ha sido capaz de asumir el liderazgo, el aspirante a la gubernatura no fue bien visto por este deslinde.
A final de cuentas, el suceso ocurrió dentro de su jurisdicción política y debió al menos pronunciarse al respecto, ya que en días pasados el Inegi lo dejó muy mal parado en cuanto a cifras delictivas.
«Dicen que Nava anda pidiendo justicia en otro lado, en vez de su propio estado», señalaban las críticas. Y con justa razón.
Adivina, adivinador, ¿quién lo dijo?
Al día siguiente del crimen de dos personas en Villa de Arriaga (una mujer y un abogado), y dos policías ministeriales heridos, atacados de manera directa por delincuentes, dijo que era un asunto que debía “resolver la Fiscalía”.
Cuando mataron a un policía de élite en retiro en Soledad de Graciano Sánchez, que fungía como tesorero de una asociación de elementos de seguridad pública, ministeriales y custodios, expresó lo mismo.
Con el crimen del expresidente del PRI, Aurelio Gancedo Rodríguez, repitió el librito.
Y la Fiscalía, en las mismas: con tres casos de alto impacto recientes sin resolver.
¿Será necesario decir el nombre?