Diferencias entre un estúpido y un idiota
El fiscal general del estado, Federico Garza Herrera, mete presión en el caso Cayeyo, antes de su comparecencia ante el juez, quien lo escuchará como testigo del asesinato donde su presunto ahijado mató al novio de su hija.
La avanzada está integrada por el director de Servicios Periciales de la entidad, Alberto Rogelio Ortega Madrid y la vicefiscal en Homicidios y Feminicidios, Marisela Meza Enrique, a quienes nunca antes se les vio en un juicio oral. ¡Y menos juntos!
No vayan ustedes a pensar que le están preparando el camino a su jefe con gastos del erario.
Porque, hasta donde se sabe, recibieron la quincena completa, pero prácticamente están todos los días metidos en la sala 6 del Centro Integral de Justicia Penal, sede de los alegatos.
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Algo está fallando, y feo, en los controles de confianza de los policías de la zona metropolitana. Y si nos vamos más lejos, en toda la entidad.
Hay dos botones recientes de muestra: la “suspensión” de tres elementos de la capital por robar a los automovilistas -ni modo que sea la primera vez- y el uniformado de Soledad de Graciano Sánchez, detenido aquí por asaltar a mano armada a los taxistas, que no ha sido reconocido por la corporación del municipio vecino.
Bien el mando local Édgar Oswaldo Jiménez Arcadia, quien al menos tuvo la responsabilidad de afrontar la situación, a diferencia de su colega de Soledad, Facundo Esteban Ku Novelo, del que no se sabe nada o, a lo mejor es “aviador” que cobra y no trabaja.
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Ahora resulta que los diputados no debaten sobre las iniciativas que presentan y dictámenes que sacan ante el pleno, todo lo cual es una rareza, sino sobre quién trabaja… ¡menos!
Así pareció en la pasada sesión, donde la presidenta de la Mesa Directiva, Sonia Mendoza Díaz y el polémico Pedro Carrizales Becerra, El Mijis, se ningunearon mutuamente y todo terminó en empate.
El Mijis, que es el principal turista del Congreso del Estado, apenas lleva récord de tres iniciativas en su comisión, en tanto Mendoza fue acusada de ser tapadera de los exlegisladores que desviaron 40 millones de pesos a sus bolsillos.
¿Y las leyes?
Bien, gracias.
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