
Los niños que fuimos
A quien le va mejor que al propio gobernador Juan Manuel Carreras López, su esposo, es a la presidenta del DIF estatal, Lorena Valle Rodríguez, quien aparece en buen lugar como quien dirige los destinos de este organismo en beneficio de los potosinos.
Desde hace un tiempo se ha jugado con la idea política de impulsar a Valle como una posible candidata, toda vez que su imagen es intachable y ahora sí que como diría López Obrador, no le han quitado ninguna pluma, pese a dos duras pruebas al interior, como haber tenido en sus filas a Rebeca Terán Guevara y más recientemente, a Alejandro Fernández Montiel, acusado de violación agravada contra un menor de edad.
El sondeo de Massive Caller no deja lugar a dudas que el trabajo del DIF potosino ha sido valorado por los habitantes y colocaron al estado en el lugar 17, de 32 del país.
Los resultados son interesantes en un tema muy singular que ninguna otra casa encuestadora, ha realizado en el país.
La verdad es que el góber debería juntarse más con Lorena Valle…
Con el alcalde Adrián Esper Cárdenas fuera de la jugada, ya que decidió no buscar la reelección en Ciudad Valles, uno de los reaparecidos del Día de Muertos será el director de la Promotora del Estado, Juan José Ortiz Azuara.
Resulta que ese día, paradójicamente, es su cumpleaños número quién sabe, pero dicen las malas lenguas que será el 66.
Ortiz quiere repetir en la Presidencia Municipal y aunque su trabajo al frente de este órgano del Gobierno del Estado no ha estado ni mal ni bien, sino todo lo contrario, empezó a fortalecer su alianza con el opositor principal de Esper, el expanista David Medina Salazar.
Se verá si la tercera será la vencida en un municipio que no termina de pintarse de nada, porque ha sido priista, panista y hasta independiente.
Suena a broma, pero el Día de Muertos es un buen negocio para algunos vivos.
El servicio -extraoficial, claro- es con los panteoneros de El Saucito, donde usted puede preguntarles por las historias, las leyendas y hasta de su cosecha, con solo ponerse a mano.
Eso sí, también hay que pedirles cita, para que haya tiempo de contarlo todo de manera sabrosa. Digamos, como a la medianoche.
¿Quién se anima?