Libros de ayer y hoy
De un día a otro, los docentes montarán todo un sistema de educación obligatoria a distancia, para continuar su misión de vida desde casa. Un acto de aplaudir para los que se esmeran en brindar una atención a nuestros pequeños y jóvenes mexicanos. Emulando aquella película mexicana de 1971 ‘El Profe’.
Esta película cuenta la historia de un maestro de primaria llamado Sócrates García (Cantinflas), quien debido a su estado civil, es enviado a ser el profesor de la escuela del pueblo El Romeral, donde lo esperan con gran entusiasmo a excepción de Don Margarito Vázquez (Víctor Alcocer), quien muestra su desagrado por él. Las cosas se complican cuando Sócrates se da cuenta que la escuela está abandonada y sus alumnos no asisten a la misma. En busca de ayuda, comienza a pedir dinero para la reparación, sin embargo, se encuentra con la mala actitud de Don Margarito, entre un insulto y otro, se declaran la guerra. Conoce a Doña Hortensia (Marga López), una mujer joven y viuda, quien se dedica a alquilar las habitaciones de su casa para poder tener un sustento, donde Sócrates se estará alojando y en un futuro se vuelve su pareja. Comienzan las clases y es de esperar que los niños no las tomen en serio, o al Profesor Sócrates, hace lo posible por ganárselos y juntan dinero para reparar la escuela.
Gracias a que el Profesor Sócrates que cree que la educación infantil no sólo viene de la escuela, sino también de la casa, comienza a familiarizarse con los niños y sus problemas, así que no duda en dar cátedras sobre el bien y el mal en las familias del pueblo. Pero la balanza real en México aún es inefable.
La incógnita, ¿Cómo se va a garantizar su calidad? que opinan los maestros, que dicen los padres que tienen que salir a trabajar, que sucederá con quién tiene hijos en preescolar, primaria y secundaria, con la crisis económica ya no alcanza ni para pagar el internet, ¿Cómo se van a medir los resultados de este experimento?, el último semestre del anterior año escolar, un alto índice de niños y jóvenes ya no recibieron las brillantes transmisiones de los Docentes que aprovecharon la pandemia para otorgarse unas fabulosas vacaciones con sueldos y prestaciones pagadas, sólo se dignaban a enviar a través de la representante de grupo por WhatsApp, archivos para imprimir para que los alumnos contestaran, ¿Cómo se va a calificar a los niños que reciban esa educación?, las Docentes no dieron la cara ni un solo día, cuando existen plataformas adecuadas, en casa se tienen teléfonos inteligentes.
Una situación real que viví con mis hijos que pasaron de madrugada un año escolar en una escuela pública federal, la cual yo consideraba una buena opción cuando se pasa por una crisis económica, pero mi sabor de boca es un descontento a cerca de la educación pública en México. Y como ciudadano que desea denunciar esos actos de desprestigio, de la falta de ética de Docentes que dañan una institución federal y el futuro de nuestros niños y jóvenes, marcar por teléfono a la SEGE o al SEER es una pérdida de tiempo, ya que nadie contesta porque están trabajando desde casa. Cómo promotor de la Cultura infantil desde hace años, las transmisiones pasadas fueron un rotundo fracaso, el acercamiento académico con mis hijos fue más productivo en lo personal, que los cientos de copias impresas contestadas, y la barra televisiva que no está pensada correctamente.
Estamos hablando de tele-educación de a de veras o nomás de taparle el ojo al macho poniendo cualquier cosa que suene a educación para tener contenta a la opinión pública en tiempos de crisis. En verdad alguien piensa que las audiencias mexicanas que no tienen hábitos y costumbres para educarse, se van a poner a buscar canales dónde no proyecten La Rosa de Guadalupe, Laura en América, Enamorándonos, El Señor de los Cielos, y una larga lista de contenidos tercermundistas populistas de entretenimiento con escasa cultura general. Se debería comenzar con una cultura de Docentes responsables con convicción. Cómo lo demuestra la película estadounidense del 2011 “Detachment” (El Profesor), a un instituto lleno de alumnos problemáticos y con resultados académicos muy bajos, llega Henry Bathes, un profesor sustituto que posee un auténtico don para conectar con los alumnos.
Al trabajar sólo sustituciones, nunca permanece bastante tiempo en un instituto como para mantener una relación afectiva con sus alumnos o sus compañeros. Cuando llega a ese instituto donde una frustrada administración ha conseguido volver totalmente apáticos a los alumnos, Henry no tarda en convertirse en un ejemplo a seguir para los adolescentes. Logra una conexión emocional con los alumnos y con los otros profesores. Puede que gracias a ellos se dé cuenta de que no está solo en su desesperada búsqueda de la belleza académica en un mundo aparentemente falto de convicción, amor y lleno de maldad.