Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
Para nosotros, los detractores de Andrés Manuel, existe un delgado hilo de esperanza en la conciencia de las personas que se aprestan a tomar las riendas del gobierno en el próximo sexenio. Por supuesto, hasta el más optimista de los opositores subrayaría, con muchas dudas, la posibilidad de que se revierta este doloroso capítulo de nuestra historia.
Para muchos, se ha demostrado lo que se advirtió hace seis años: la advertencia de que AMLO representaba un peligro se cumplió. Quien lo dude, que le pregunte a los cientos de miles de muertos por la pandemia, los crímenes violentos, los feminicidios, los enfermos de cáncer, etc.
Pero no se lo pregunten a sus fanáticos, esos ciegos voluntarios que lo apoyaron entonces y lo siguen apoyando ahora. Aun con pruebas fehacientes, cifras oficiales y evidencias palpables, creen que esto es lo mejor que le ha pasado a nuestro país.
No nos hagamos tontos. Andrés Manuel capitalizó el rencor y la venganza que despertaron los políticos desde que Carlos Salinas de Gortari tuvo el último mandato absolutista del PRI.
El sistema que tanto daño causó concluyó con Zedillo, y no se revirtió totalmente con Fox ni con Calderón, quienes, lejos de mejorar la situación, solo torcieron un poco el timón de la política general del país, mirando un poco hacia la derecha.
Le dieron un golpe al péndulo, hay que aceptarlo, y este se revirtió un poco hacia el centro para después irse al extremo izquierdo. Muchos que nos oponemos a la cuarta transformación creemos que este sexenio que termina es lo más a la izquierda que llegará nuestro país, por ahora. Esperamos que la doctora nos regrese poco a poco hacia el centro y que, probablemente, en seis años cante otro gallo.
Pero, si como muchos sospechamos, ha regresado la política autoritaria, tiránica, absolutista y despótica del antiguo régimen priista del siglo XX, será muy difícil que logremos sacarnos este nuevo yugo. Ahora, basado en un populismo de rating, en estos tiempos donde las redes sociales y las comunicaciones personales se han convertido en el flujo de las masas.
Aunque lo quieran maquillar, el estado que entrega Andrés Manuel López Obrador es un Estado fallido. Con un sistema democrático cuestionable, instituciones importantes destruidas, una militarización de la vida pública, una mezcla desordenada de autoridades políticas con el crimen organizado, sistemas de salud, educación y productivos en ruinas, una economía sostenida por alfileres invisibles, una polarización anímica y una nación dividida. El paquete es grande para cualquier persona, y mucho más si se trata de alguien comprometido en salvar un proyecto populista basado en las mentiras de un presidente que concluye su gobierno con una demostración marginal de lo que es engañar a las masas.
Este monero confiesa que se encuentra totalmente confundido e incapaz de hacer pronósticos. Falta mucho por registrar en las crónicas de estos tiempos, y será difícil hacer humor con ello, pero aquí estaremos, al pie del cañón y de frente al temporal.
Por último, quiero reconocer públicamente que la frase que da título a este cartón creció en mi mente como un recuerdo del título de uno de los mejores libros de Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, cuya temática era simplemente la salud y la medicina vistas con humor por ese gran maestro. Es mi humilde homenaje a un maestro del humor gráfico que admiro desde mi niñez.