Diferencias entre un estúpido y un idiota
Cuando es necesario explicar un gráfico de identidad, algo anda mal, pierde su función de percepción inmediata, y no cumple su objetivo.
La mañana de este lunes, la Jefa de Gobierno electa presentó el gráfico ganador de la nueva identidad del Gobierno de la Ciudad de México, un proyecto ganador de Israel Hernández Ruíz Velázquez, al que es necesario explicar a través de un mapa de razonamiento gráfico, que te lleve a identificar que se trata del corazón del país. Casi un estudio de semiótica.
No obstante, el cambio la identidad no es el objetivo de Claudia Sheinbaum, el propósito es borrar las huellas de Miguel Mancera Espinosa y del último reducto del PRD en la Ciudad de México, totalmente aplastado por Morena, Andrés Manuel López Obrador y la jefa electa, una de las figuras presidenciables más fuertes.
Lo que vimos esta mañana es la historia reeditada de Mancera, el peor Jefe de Gobierno desde esta figura político-administrativa (2012-2018), quién, partir de la imagen pictográfica de Marcelo Ebrard Casaubón (2006-2012), con el Ángel de la Independencia en trazos libres, outline negro y amarillo PRD con el slogan ‘Ciudad en Movimiento’, evolucionó a una imagen más limpia, con la virtud de la marca CDMX.
Así Miguel cumplió el propósito de enterrar la imagen de Marcelo, y luego vino la persecución, hasta obligarlo a un infame autoexilio, al final en París.
Sheinbaum quiere borrar hasta la última cadena de ADN de Mancera Espinosa, antes de tomar protesta y de que se manden imprimir las invitaciones para tal propósito, aunque recapacitó en la acertada marca CDMX, donde Miguel Torruco Marqués, ex Secretario de Turismo local, ahora de López Obrador, además consuegro de Carlos Slim Helú, tuvo una activa participación.
El gráfico ganador carece de la genialidad para transmitir, de primera intención, la identidad de la Ciudad de México, que entre sus funciones está el propósito publicitario, muy explotables en el ramo turístico.
Como dicen los primeros críticos a nivel popular: “está más feo que el otro”, “horrible”, sentencian otros.
Son inevitables las comparaciones, al nivel de las críticas que recibió la Estela de Luz de Felipe Calderón Hinojosa, construído entre el 2010-2011 para festejar el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, seleccionada por un comité.
A la Estela se la comió el paisaje saturado de rascacielos, ahora es la antítesis del propósito estético que se quiso lograr, los edificios del paisaje urbano dominan y la hacen totalmente invisible, aún encendida.
Sin embargo la explicación poético-histórica del logotipo de Claudia Sheinbaum tiene buen fundamento, pero debió ser parte del requisito teórico para lograr un buen resultado, no alrevés, un gráfico que necesita explicación para revelar el resultado oculto.
Con sobrada razón señalarán algunos las grandes diferencias entre un pictograma y un logotipo: un pictograma es un signo icónico dibujado y no lingüístico, que representa figurativamente de forma más o menos realista un objeto real o un significado. Digamos que el picto de Nueva York es la estatua de la Libertad o el Empire State, igual que nuestro Ángel, y la marca es NY, igual que CDMX.
Pero se trata de mejorar lo existente, o de plano declarar desierto el concurso. Claudia presentó la nueva imagen de su gobierno con el siguiente argumento: “El logotipo ha sido diseñado a partir de una abstracción del emblema de la Ciudad de México que se encuentra en el Códice Mendocino, donde se representa la ciudad dividida en cuatro barrios delimitados por canales que cruzan la ciudad al centro del plano.
A partir de esta imagen se creó un símbolo en forma de ‘X’, la cual simboliza un punto de encuentro, un cruce de caminos, de cultura, de cosmovisiones y diversidad social como una constante en esta ciudad. La forma entrelazada de sus elementos visuales nos sugiere la construcción del tejido social.
A sus cuatro lados se encuentra círculos que representan a la gente, los ciudadanos, los ciclos y la Cuarta Transformación (¡wau..!).
El tratamiento que tiene este nuevo símbolo, es lineal y redondeado, lo cual lo hace amable, actual y sugiere Innovación. La forma del símbolo nos evoca los valores históricos del origen mexica de la ciudad.
Se eligió para acompañar al símbolo la fuente tipográfica metrópolis que por sus características sugiere atemporalidad, su diseño es limpio y ligero. Aplicada en altas y bajas para el nombre de Ciudad de México genera una sensación de frescura y empatía.
Los colores verdes elegidos son tonos que sugieren dinamismo, movilidad, esperanza, equilibrio, estabilidad y prosperidad de una sociedad en armonía con la naturaleza”.
Dudo que en una consulta popular tipo Cuarta Transformación, de las tres imágenes resulte ganadora la presentada hoy por Claudia, pero bueno, ya sabe Mancera cual de las tres estarán en su lápida de gobierno.
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