La eterna e irreconocible dualidad
Los frecuentes desencuentros del trapecista chihuahuense Javier Corral con sus compañeros de bancada ya tienen preocupado al pastor de los senadores morenistas Adán Augusto López.
El más reciente desacuerdo de Corral fue nada menos que con Gerardo Fernández Noroña porque el chihuahuense no quería meter en la terna para designar a quién será la nueva titular de la CNDH a Rosario Piedra, la consentida de AMLO, mientras que el presidente de la mesa directiva ya traía la línea para que repitiera la hija de la extinta Rosario Ibarra de Piedra.
Pero Corral trae muchos fierros en la lumbre desde que tuvo que ser rescatado por el fiscal de la CDMX, Ulises Lara, cuando agentes de la fiscalía de Chihuahua intentaron detenerlo por estar acusado de la comisión de graves delitos en contra del patrimonio del estado del que fue gobernador.
Corral Jurado trae la obsesión de sacar del gobierno de enjuiciar a la gobernadora María Eugenia Campos por el despilfarro de recursos que ha realizado diversos áreas de la administración pública.
Un caso que interesa de manera especial a Corral es el caso de la fallida promoción de la imagen de la gobernadora que han hecho a un costo exorbitante por su excompañero el panista Javier Lozano y el anti AMLO y ultra propanista de Carlos Alazraki.
Corral está obligado con Morena a cumplir como senador y, sobre todo, a aprender a obedecer ya que la cultura de la línea es una regla ineludible en los protocolos no escritos en los estatutos de la 4T.
Corral está urgido de darse cuenta que ya milita en Morena y por ello debe respetar las reglas de ese partido.
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