Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Si usted confía que está seguro escuchando música mediante aplicaciones en dispositivos móviles y con parlantes inteligentes, ha vivido en el error.
Un reporte reciente, del 21 de octubre en MIT Technology Reviews, comenta cómo se devela que es posible husmear mediante bocinas inteligentes (la referencia original se puede hallar en https://srlabs.de/bites/smart-spies/).
Mediante un experimento muy sencillo se probaron aplicativos en plataformas electrónicas y demostraron que es posible escuchar, sin autorización, conversaciones de quienes se hallan cerca de bocinas inteligentes mientras escuchan música.
El punto es que los parlantes inteligentes tienen acceso a los dispositivos móviles mediante comandos de voz. Es decir, tienen acceso a su teléfono al pedirle ejecute una pieza o realice alguna búsqueda en internet.
En principio, las aplicaciones – llamadas coloquialmente “apps” –, como Skills para Alexa y Actions para Google Home, ofrecen algún nivel de privacidad. Pero estas apps abren acceso al dispositivo, con acceso configurado, propiciando vulnerabilidad de datos personales y claves de acceso (passwords) pero, además, abren acceso para husmear las conversaciones de usuarios cuando ha sido detenido la ejecución de música.
El momento de tal intervención sucede al pausar. La pausa en la reproducción musical puede ser hecha a voluntad del usuario, pero también puede ser inducida arbitrariamente al ralentizar la carga de la pieza elegida.
Si bien Amazon y Google revisan la seguridad de las aplicaciones de voz antes de publicarlas, con sus estándares, cambios posteriores, ya por actualizaciones, nuevas versiones o ya por adecuaciones a sistemas operativos, mismas que no son sujetas a revisión, es que se pueden implantar los mecanismos en los parlantes inteligentes.
Así las cosas, mientras algunos estados se hallan en la disyuntiva de débil inteligencia para operativos planeados, tratando de usar medios para justificar las decisiones artificiales; en otras latitudes se recurre a la inteligencia artificial para las mas insospechadas e inimaginables actos de espionaje.
Los países mas poderosos invierten en la generación de conocimiento y tecnología hasta por seguridad nacional. Seguridad alimentaria, energética y medioambiental pero también en seguridad pública.
Si las autoridades de algún país no comprenden esta realidad entonces incumplen con su pueblo, el pueblo bueno, claro. Dejan a la población vulnerable ante intervenciones perniciosas y también se dejan así mismos en la vulnerabilidad.
Esta realidad, la que hace posible husmear desautorizadamente, así como otros componentes hechos de avance científico-tecnológico, no se resolverán acusando a los desarrolladores de apps con sus progenitoras sino con desarrollo científico-tecnológico.
Con inversión pública y privada; para ello se requieren reglas claras, normas progresistas y con amplia visión, más allá de la sensata preocupación de la producción de maíz.
Una correcta política pública en ciencia, tecnología e innovación, CTI, no sólo genera beneficios en productos tecnológicos para el uso del público en general, teléfonos inteligentes e internet, por ejemplo, sino que, además, provee progreso y bienestar con seguridad a la población en lo general y lo particular.
Seguridad que es responsabilidad del estado de cualquier nación. La CTI es una herramienta para el progreso y el bienestar social, también para la seguridad alimentaria, energética, medioambiental y pública.
Autoridades con desconocimiento de tales impactos, en las diversas áreas del saber humano, aunque fueran bien intencionadas, no apoyarán a una transformación social en ningún país.