
Adiós a Nina Lara, la última resistencia
Empezaré recordando una frase que repite Huey Tlatoani, pregona algo como: “ni la hoja de un árbol se mueve sin la voluntad del presidente”.
Viene a colación porque, en una de homilía reciente, Huey Tlatoani expresó que no tiene tiempo, tiene mucho trabajo, para estar detrás del lío que CONACYT no ha sabido resolver en CIDE, ese que ahí mismo se propició.
Lo anterior luego que el Efecto CIDE fuera comparado con aquel movimiento estudiantil del 68; situación que molestó, desquició, mejor dicho, a Huey Tlatoani.
Entonces, para no variar, una contradicción sobre otra; o el presidente influye hasta el movimiento de las hojas o no le alcanza el tiempo por tanto trabajo que tiene -léase no le interesa- y entonces no atiende ese asunto; en ese contexto, solicitar interlocución en la Secretaría de Gobernación luce ocioso, ya que el otro tabasqueño sí que no se mueve sin la voluntad del presidente.
En parte, lo evidente de esta contradicción resulta de la incapacidad que tiene la Directora General, DG, de CONACYT para resolver un problema político; por estar empecinada en darle chamba a un compinche.
Según la DG de CONACYT, es ilegal pedirle la renuncia a quien designó como director del CIDE, la verdad es que no tiene voluntad; acaso no fue ilegal remover a quienes dirigían CICY y CIESAS antes que terminara su periodo, o dirá que lo fue al aceptar el expediente incompleto, faltando a los términos de la convocatoria pública, de quien nombrara director general de IPICYT.
Ahora bien, suponiendo sin conceder que fuera ilegal -ya quedó claro que no es ilegal-, el camarada correligionario del cuatroteísta CONACYT podría entregar su renuncia, eso no es ilegal; es decir, ni una ni el otro tienen voluntad de resolver el problema.
Como consecuencia está enrareciéndole el ambiente a su jefe en Palacio Nacional, hasta le quitó tiempo del ajetreado trabajo que tiene para detenerse a comentar el asunto en la homilía; de por sí no ha sido nada tersa la interacción ni interlocución entre Palacio con el mundo de profesionales de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Me queda claro que todos necesitamos trabajar para llevar pan y sal a la mesa, quizá la carrera del seleccionado para CIDE no dé para encontrar otra chamba mas que por imposición, pero las instituciones no deben ser rehén de tal circunstancia.
El asunto CIDE se ha trabado por la incapacidad política de Insurgentes Sur, una de las trabes se finca sobre que CONACYT no pedirá la renuncia y quienes se manifiestan la piden; se hallan en nadir y cenit para sentarse a negociar.
Desde Insurgentes Sur muestran signos erráticos, parece que no pueden resolver el dilema que les formulan unos estudiantes, como el lamentable comunicado con el que CONACYT pretende ejercer presión, disfrazada de llamado a concordia, mediante el Consejo Consultivo de Centros Públicos de Investigación, CCCPI –el acrónimo es coincidencia, no trata de las otrora repúblicas soviéticas socialistas.
El CCCPI lo conforman los directores de los CPIs que coordina CONACYT, una figura, más decorativa e informativa que resolutiva y ejecutiva, que la actual administración ha conservado desde administraciones pasadas.
No olvidemos, cada persona que dirige cada uno de los CPIs recibe tal nombramiento por acuerdo con la DG de CONACYT; por ello pretender que el comunicado del CCCPI es independiente y de una comunidad académica resulta burdo y hasta da pena, me dicen que hay mucha inconformidad en las comunidades de los CPIs por ese comunicado, pero las personas tienen miedo.
También en la comunidad en CTI hay incapacidad política, al menos en muchos de los CPIs impera el miedo y el silencio indeseable; no se vayan con la finta, los sindicatos están influenciados por quienes dirigen a los centros correspondientes –estilo de hace más de medio siglo, hay que añadir, ¿coincidencia con el 68?
El efecto CIDE puede empoderar a la comunidad CTI, ¿el conflicto crecerá o lo resolverán? … no se ven liderazgos que amalgamen los reclamos.