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Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
Del mismo tamaño que el juicio de Galileo Galilei frente a la Iglesia de Roma, la intromisión del australiano Julian Assange en los asuntos de la todopoderosa águila calva de Norteamérica lo llevó a una persecución internacional sin comparación. Haber hecho públicos los documentos que exponían la médula corrupta de este país y otros debía ser respaldado por el principio de transparencia, que precisamente impulsa el propio mundo occidental con su alegato de democracia y libertad, incluyendo la libertad de prensa y de expresión. Pero ahora resulta que los Estados Unidos quieren marcar hasta dónde existe esa libertad. Los ciudadanos que apoyan a su gobierno en esto no lo hacen por el hecho de creer que es correcto coartar esas libertades, sino por el patriotismo que normalmente funciona perfectamente en los hijos del Tío Sam. Ese patriotismo que nos ha llevado a sufrir abusos y degradaciones constantes a todos los demás países. Para eso no saben ellos de libertades y derechos.
Este monero se imagina el segundo antes de que el susodicho fundador de Wikileaks pulsara el botón que llevaría a la liberación de esa documentación. Un movimiento trascendente como el cruce de Julio César del Rubicón. Alea jacta est.
Carlos Loret de Mola, principal periodista de la cadena Latinus, ha revelado a través de investigaciones periodísticas y no de casuales filtraciones informáticas, que los familiares del presidente Andrés Manuel López Obrador están involucrados en diversos delitos y tratos de influencia, como desde un principio prometió el Peje que nunca se haría en su gobierno. Las pruebas han sido presentadas y el sistema judicial, ese que llaman corrupto y que quieren cambiar a su conveniencia, ni siquiera está ejerciendo acciones de investigación contra los involucrados por dicho reportaje. Pero el presidente, durante seis años, se ha dado a la tarea de colocar a Carlos Loret como el máximo diablo de este infierno. Resulta ser que, al ejercer estas libertades antes aplaudidas al australiano Assange, para el caso de Loret de Mola, significan una traición del más alto nivel, un atrevimiento de mayor envergadura, un sacrilegio sobre el sagrado supremo líder que merece una persecución total de todo el sistema en el poder. Se sabe que los recursos policiales y de inteligencia (no son la misma cosa en la mayoría de los casos), además de la perorata política externa del charlatán del Palacio, son los arietes de carga junto con el ataque de infantería efectuado por todos los chayoteros de la Cuarta Transformación y sus políticos pagadores, además de los bots y los chairos orgánicos que prefieren tragarse vivo a Loret que tocar una cana del cabeza de pañal.
Por eso escuece mas el hecho de que Andrés Manuel celebre esta liberación junto con otros políticos de izquierda, de este personaje tan polémico, que solamente dio los medios para difundir esa información filtrada, muy lejos de lo que hizo el periodista Loret de Mola, quien hizo una investigación en toda forma y que, con evidencias, puso en la palestra a los hijos del presidente. Es imposible no notar la gigantesca hipocresía del Pejelagarto. Una genial forma de terminar su tiránico sexenio.
Con el total agradecimiento a mi estimado Jess V por el cotorreo y la premisa que llevó a esta idea. Vas a ser un gran cartonista algún día.