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Trump, ¡uy que miedo!
Continuando con la hipersexualización en la infancia y su relación con el abuso sexual infantil. Este tema del abuso es delicado a nivel mundial. Es por eso que instituciones y organizaciones han decidido levantar la voz y hablar de la realidad que existe alrededor de la temática. Siendo así que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer en un informe que México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil. Recordemos un detalle importante mencionado en mi primera parte, cinco mil de cada 100 mil niños o niñas sufren tocamientos. De mil casos de abuso, solo se denuncian ante la justicia unos 100; solo 10 van a juicio; y de ahí, solo uno llega a condena. Es decir, la impunidad es de 99% y la cifra negra, aún mayor. ¿A qué se deben las cifras?, ¿Por qué tanta negligencia por parte de las autoridades? La respuesta es muy sencilla y reúne varios factores. Porque existen solamente en su mayoría mujeres encargadas de recibir las denuncias, y es poco visible también doctores varones en psicología en sus filas, no existe un equilibrio, como lo mencioné anteriormente. A partir de estos datos sí hemos detectado que los abusadores son básicamente hombres, y esto no quiere decir que no existan mujeres involucradas en este tráfico, pero hasta la fecha son varones los presuntos responsables identificados en su mayoría, por eso se desvirtúan los actos cometidos por las mujeres. Ante esto la UNICEF, como parte de sus propuestas en la Agenda de la Infancia y la Adolescencia 2019-2024, exhortó a «lograr que las leyes federales y estatales prohíban y sancionen el castigo corporal, el abuso sexual y todos los tipos de violencia en contra de niñas, niños y adolescentes», ya que el periódico La Jornada, informó que en el país, sólo 1% de los recursos para la infancia está destinado para la prevención y protección del abuso sexual y la explotación. Las cifras de delitos sexuales contra menores deben poner en alerta al país, y San Luis Potosí no es la excepción, basta con tan sólo voltear a la ‘Subprocuraduría Especializada en Atención a Delitos Sexuales, Contra la Familia y Derechos Humanos’, para darnos cuenta cuanta preparación, y capacitación hace falta, y personal adecuado que se requiere para desempeñar optimas funciones, y no proliferen las negligencias en la aplicación de la Ley y los Derechos Humanos de las niñas, niños y adolescentes. Me tocó presenciar un levantamiento de denuncia de un niño de 7 años de edad, y pude constatar como el personal NO tiene la capacitación adecuada y la experiencia para sostener una conversación para generar una narrativa (denuncia) de un pequeño, y hacen preguntas como para que el pequeño responda lo que ellas desean y se desvirtúan las palabras de los pequeños. Además sus psicólogas encargadas de atender la atención de los pequeños, si se trata de un victimario hombre, por el simple hecho de ser ‘hombre’, se aplica todo el peso de la ley buscando la manera de ejercer la judicialización inmediata de la carpeta, sin contemplar que existen manipulaciones por parte de muchas madres, y que creen, dicha dependencia no ofrece atención de ayuda como el PPNNA la Procuraduría para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, y defiende que sólo su personal es el correcto, cuando los pequeños deben ser evaluados y examinados por las instancias correctas en apego a su respeto de integridad y su derecho a ser escuchados. Pero qué pasa cuando el victimario es una mujer, resulta que los derechos de empoderamiento actualmente predominantes en nuestra sociedad, les otorgan el derecho a ser consideradas atacadas por violencia de género, aplicando el prejuicio de género al padre responsable de los pequeños sólo por ser hombre, existe un proceso muy largo y lento para evaluar la responsabilidad paternal, casos que ya existen y va en aumento en México (conozco perfectamente el proceso). Un hombre llega con las psicólogas adscritas cómo víctima, es tratado como un monstruo, como un ser despreciable, evidenciando totalmente que el personal tampoco está capacitado (debe haber doctores varones), y no ha sido evaluado año tras año para denostar si continúa siendo viable para desempeñar dicha responsabilidad. Lo mismo sucede con los pequeños, sus derechos a ser escuchados llegan a perder prioridad por brindar atención a la guerra de padres. Se habla mucho del “Interés Superior del Niño”, pero sólo es una frase y letras de adorno que hace falta poner más atención especial, y no sólo ir a cobrar un sueldo para cumplir una obligación profesional por carecer de convicción. La CNDH condena la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, llama a la Subsecretaría de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación a implementar medidas para prevenir, erradicar y sancionar todo acto que atente contra su integridad y vulnere sus derechos (Comunicado de Prensa DG/017/2020).