
Los niños que fuimos
La agencia Reuters reportó que Chile se ha subido al barco de Brasil para construir una conectividad por fibra óptica con Asia; en particular con Nueva Zelandia y Australia.
Se trata de un cable de 13,180 kilómetros que permitirá incrementar la conectividad de 270 millones de personas en el sur del continente americano.
Se ha reportado que la inversión asciende a 388 millones de USD; no es mucho al considerar los beneficios, algo así como 7.76 mil millones de pesos mexicanos.
Argentina ya está en el barco, ahora buscan que mas países del cono sur se adhieran.
¿Por qué algunos países, con economías comparables a la mexicana, buscan un proyecto de ese tamaño?
Simple, es infraestructura.
México tiene vecinos al norte con capacidad para una interconexión a fin de mejorar nuestra cobertura y velocidad en la conectividad.
No obstante, pero obstinadamente, la preferencia actual es invertir en proyectos públicos como una refinería para petrolíferos; es visión de la primera mitad del siglo pasado.
Bueno, ¿qué esperar si “una perforación petrolera no tiene ciencia, es hacer un pozo”? … eso dicho por el otrora candidato.
Una conectividad ampliada y mejorada permitiría que el derecho humano a internet, tema consagrado constitucionalmente, sea cumplido por el Estado Mexicano.
Aunque lo anterior sería suficiente para justificar la inversión en tal infraestructura, vale la pena comentar sobre beneficios adicionales de ésta.
Un beneficio obvio es la educación.
Ante los eventos pandémicos y la necesidad de continuidad en los procesos educativos de millones de educandos, en todo nivel, nunca antes, mas allá de entretenimiento, había sido tan cercano a las familias el requerimiento de acceso a internet confiable y rápido, de amplia cobertura nacional.
Esta columna opina que quizá la homilía diaria de Huey Tlatoani puede tratar de esta clase de temas; pero no es electorero, así que hay poca esperanza.
Otro tema, aparentemente ajeno a las familias mexicanas, está en los beneficios que trae consigo esta clase de infraestructura mediante la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Permítame la analogía siguiente, los caminos son medios de comunicación que permiten comercializar productos, conectar poblaciones y ciudades, favorecer la movilidad con fines de salud, alimentación, entrenamiento y mas.
Ahora traigamos esa analogía al tema de hoy.
Una conectividad confiable y de banda ancha con cobertura nacional, por fibra óptica, permite el acceso a información y conocimiento.
Acceso al mismo conocimiento que tienen en otros países; éste es sólo un aspecto relacionado a la divulgación y difusión de la CTI.
Además de acceso a conocimiento, se puede lograr la tele-medicina y tele-estomatología; como cirugías con participación remota, ya asistida por sistemas robóticos o con intercambio de imágenes y datos clínicos, para alcanzar mejores diagnósticos y tratamientos por especialistas multidisciplinarios.
Eso y mucho mas estaría al alcance en todo el territorio nacional con una conectividad ambiciosa.
Actualmente, si usted vive en zonas pobladas, aunque rurales, quizá tenga conexión por telefonía móvil, pero ese beneficio no lo da el Estado Mexicano y, además, la calidad de la señal sólo da para entretenimiento o comunicación por redes sociales.
Olvide usted si vive en zonas aisladas, peor si son serranas; aquellas donde hay que subir al cerro para “agarrar señal”.
Sólo en las urbes, en zonas de alta capacidad económica, se tiene acceso actual a conectividad relativamente rápida; aunque se requiere más confiabilidad y velocidad.
Al igual que los caminos y puentes, la conectividad de alto ancho de banda propicia la igualdad social, incluso provee oportunidades para una mejor vida.
Esa es labor del Estado Mexicano, la ha incumplido.
Además, la conectividad permite mayor competitividad en la CTI y muchos otros quehaceres humanos.
Una visión de políticas públicas con horizonte al futuro debe incluir esta clase de grandes proyectos; está en el mandato social constitucional.