Ser periodista es, jugarse la vida
Juntar a policías con militares, hacer que los policías hagan tareas de militares, pedir que la ciudadanía se acostumbre a los militares cuando tratan más con los policías y, principalmente, borrar del mapa todo lo que dejaron sus antecesores, son unas pocas de las muchas dudas que genera la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de crear la Guardia Nacional.
No cabe duda que el hijo consentido del tabasqueño es el Ejército, pero no por eso debería tratar mal al otro: la Policía Federal, porque lo único que hace es generar más divisionismo entre ambos cuerpos -ahora de seguridad- y lo peor es que bajo esas condiciones los quiere tener juntos.
Da la impresión que el afán de poner en acción a la GN fue apresurada debido a la coyuntura que implicó la postura de Donald Trump de imponer aranceles a la alza de manera gradual, si López Obrador no le ayudaba a bajar el flujo migrante a los Estados Unidos.
Esto es notorio en entidades como San Luis Potosí, donde el mando está a cargo de la 12va Zona Militar, pero no los tiempos precisos de despliegue completo de los nuevos policías-militares, sea la cantidad que fuera la destinada para cubrir las necesidades en una entidad que no está dentro de las áreas prioritarias marcadas en la agenda de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana a cargo de Alfonso Durazo Montaño.
Es obvio que si no hay muchos elementos para repartir -a SLP apenas llegaron unos cientos, ni 500 siquiera- es porque la mayoría se concentró en las fronteras norte y sur del país, para fungir como escudos o muros humanos de Trump. El propio presidente estadounidense dijo que espera un bajón de al menos 25 por ciento en el flujo de centroamericanos -y claro, mexicanos- a su país, en el próximo corte, lo que habla del esfuerzo mexicano por cumplir su orden.
Esto descobijó necesariamente los planes originales de AMLO, quien nunca se imaginó esta jugada política de Trump, como tampoco que debía ceder ante el magnate o permitir la pérdida de empleos en el país.
Por eso siguen haciendo las cuentas, porque no les salen y en el caso potosino es más que evidente la desinformación que proviene desde Palacio Nacional.
López Obrador vio en la Policía Federal, la que siempre denostó, una puerta de salida para engrosar las filas de la Guardia Nacional. La ley dice que el plazo es de 18 meses, pero con sus presiones trata de acortar los tiempos y que de una vez los elementos se decidan entrar a las filas de la GN, por más que su formación, cursos de actualización, conocimientos académicos incluso, sean otros totalmente distintos al de los soldados.
AMLO quiere mezclar al agua con el aceite, pero la ciencia dice que eso no se puede.
Por lo pronto, ni soñar con pedir buenos resultados, lo que eso signifique, porque la Guardia Nacional no es lo fuerte que se pensaba, fue creada de manera acelerada y genera incertidumbre.