
El uso del pasado
No es cierto aquello de que en Soledad son tan queridos. Ellos creyeron, sin embargo, que lo eran.
Soledad de Graciano Sánchez fue entregado a los Gallardo en condición de un botín olvidado, sin una marca política que definiera su importancia en el mapa. Pero ellos serían capaces de capitalizar la marca mediante el hábito populista, táctica efectiva en los sectores más lastimados de una sociedad. Se hicieron del mando del Partido de la Revolución Democrática dándole un giro de tuerca en el estado, y con ello, de la ocupación total de ese ente político que hoy en día lucha por su supervivencia en todo el país.
El testimonio de Eduardo Velázquez Quintero, historiador y ex cronista, es clave. Ha observado el comportamiento de Soledad de Graciano Sánchez desde que nació allí hace sesenta años. Atestiguó el advenimiento de lo que él ha nombrado “una legión extranjera”, políticos no soledenses que llegaron a administrar Soledad desde que los Gallardo hicieron su debut en Palacio Municipal en 2009, tras insistir mucho, dice, a la cepa priista por un lugar dentro de la política estatal.
Se aprovechan de la gente pobre, comenta el cronista. No es cierto que todo Soledad los respalde, la otra parte los desprecia pero callan por miedo. Son vengativos.
Ya fuera por un kilo de tortillas, un garrafón, hasta una despensa entera, las zonas más oprobiosas de Soledad se rindieron al gallardismo como quien da un salto a ciegas. De acuerdo con esas aproximaciones, que en todo San Luis se volvieron célebres, la credencial de elector perdió su legitimidad en la necesidad de la gente.
Aunque buena parte de los potosinos en el resto del estado identifica a los Gallardo como soledenses, no lo son. Nacidos en el Barrio de Tlaxcala, antes de llegar a la política hacían de empresarios avícolas, caracterizados por su petulancia y egolatría. Ese narcisismo fue el que los llevó a deshacerse de todo funcionario que no coincidiera con sus ideas; intolerantes a la crítica, se rodearon de personal cuya zalamería sirviera de incentivo para construir el mito en Soledad de que efectivamente eran los próceres de un pueblo.
Las memorias del cronista refieren a un divorcio idiosincrásico entre el gallardismo en Soledad y sus habitantes. En realidad, una importante cantidad de personas en ese municipio los detestan por sus abusos, por su falta de sentido democrático y por su protagonismo que se aleja mucho de un verdadero interés por el pueblo.
En cuanto a la legión extranjera a la que hace referencia, la ambición gallardista llevó a colocar a Erika Briones, michoacana, en la dirigencia del PRD estatal hasta lograr apropiarse de una candidatura por la alcaldía de Villa de Reyes, municipio que gobernará a partir del 1 de octubre.
Por lo demás, se sabe que la ignorancia de la familia Gallardo combinada con el protagonismo frenético fue una bomba de tiempo. Su popularidad se vino abajo de forma drástica en los últimos tres años.
La publicación del libro biográfico de Ricardo Gallardo hijo, Pigmalión en la comunidad, intenta reanimar los aplausos que ya se han extinguido. Se trata de un panfleto propagandístico “externo” a sí mismo que no logró escapar del ego de su protagonista, quien, en medio del escándalo nacional por su tropiezo en la Cámara Baja de San Lázaro, al decir ‘ponido’ en lugar de ‘puesto’, dejó al descubierto su inhabilidad para el campo político, donde la experiencia, inteligencia y conocimiento, son necesarios para la trascendencia que tanto ha anhelado el gallardismo.