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Cuando un ser querido desaparece sin dejar rastro provoca un profundo sufrimiento. Es una experiencia dolorosa, traumática.
No saber qué ocurrió es vivir permanentemente angustiado por la incertidumbre.
La desaparición forzada de personas es un fenómeno que se ha convertido en uno de los crímenes más crueles que puede experimentar un ser humano. Y en nuestro país este fenómeno alcanza ya cifras alarmantes.
Según el subsecretario de derechos humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, hay por lo menos 40 mil personas que tienen la calidad de desaparecidas en México. Pero además y para hacer más espantosa la tragedia se han encontrado mil 100 fosas clandestinas y más de 26 mil cuerpos sin identificar en diferentes estados del país provocando la sospecha de que muchos de estos muertos son migrantes que venían de Centro América ambicionando llegar a los Estados Unidos.
Lamentablemente en San Luis Potosí se han descubierto 26 de estas fosas clandestinas principalmente en los municipios de Moctezuma, Ciudad Valles, Matehuala Tampamolón, Soledad de Graciano Sánchez, Tamuín, Tamazunchale, Villa Juárez, Ciudad Fernández, Villa de la Paz, Salinas, Rioverde y la ciudad capital.
La mayor parte de las personas desaparecidas o no localizadas son jóvenes.
La explicación que los funcionarios dan acerca de este fenómeno, es que los jóvenes son el segmento de la población más vulnerable por su estilo de vida que los expone a sufrir un “levantón” o un secuestro.
Pero también hay casos en los que se ha comprobado que la guerra entre bandas del crimen organizado explica secuestros y levantones.
Los criminales utilizan la violencia para imponer su ley y mantener el controlar de su territorio. Actúan en forma desalmada para arrebatar espacios a sus contrincantes y para consumar venganzas. El “ajuste de cuentas” entre cárteles incluye la desaparición forzada.
También ocurre que ciudadanos que son extorsionados dejan de pagar la cuota que se les ha impuesto (derecho de piso) y entonces, como represalia son secuestrados para exigir rescate a sus familias.
Ante estos casos la respuesta de las autoridades es muy débil. Esto provoca un sentimiento de impotencia, frustración y rabia en las víctimas. Son los propios familiares los que con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil emprenden la búsqueda de los desaparecidos.
A propósito de este fenómeno el Comisionado de Búsqueda de Personas en San Luis Potosí, Jesús Juárez Hernández, ha declarado a los medios de comunicación que este año hay el reporte de 400 personas desaparecidas en la entidad. Entre los desaparecidos se cuentan a migrantes hondureños, salvadoreños y guatemaltecos.
Esto explica la presencia el pasado 23 de noviembre en la ciudad capital de una caravana de madres de origen centroamericano que buscan desesperadamente a sus hijos desaparecidos en territorio nacional.
Para ellas no hay palabras que puedan expresar el dolor que sienten por la desaparición de sus hijos. Piensan que las fronteras de México y Estados Unidos se han convertido en una gran fosa común.
Estamos, desdichadamente, frente a una tragedia humanitaria.