Libros de ayer y hoy
Con un amigo he charlado, ahora con relativa frecuencia, sobre una respuesta social en tiempo de dictaduras militares latinoamericanas del Siglo XX; la historia fue escuchada por él de una persona oriunda de Argentina, refugiada por acá luego del deleznable totalitarismo y desmenuzada en nuestras conversaciones.
Eventos recientes en México lo han evocado, permítame narrarlo como sigue; aunque la historia es referida, incluso, a familiares cercanos de quienes la vivieron.
En tres casas vecinales bajo esos gobiernos resultaba que, si alguna autoridad sustraía de su vivienda a una persona, digamos de la casa de al lado, por la razón que fuere, no fue infrecuente que los otros dos vecinos callaran y hasta les podría pasar la mente “algo habrá hecho”.
Tampoco infrecuente que después iban, a la casa del otro lado, por un segundo vecino; mientras quien tercero seguía en silencio y hasta podría persistir su idea de “algo habrá hecho”; el tiempo pasaba y las autoridades sustraían al tercero restante, no faltaría el silencio de otros y hasta podrían pensar “algo habrá hecho” bajo la creencia que no le alcanzaría el brazo destructor dictatorial y totalitario.
Tal respuesta social prevaleció y se concretó como desapariciones y rompimiento de tejido social; sirve como contexto para el México actual.
Vienen a mente desapariciones y muertes de personas por la inacción del gobierno federal mediante su idea de abrazar en vez de cumplir con su obligación de proveer seguridad pública; pero, hay casos con paralelismos.
Desde el inicio del actual sexenio, el gobierno federal actuó, por ejemplo, a través del otrora CONACYT, para extinguir fideicomisos; no sin la complicidad legislativa y el silencio de entes jurídicos, incluida la lentitud de la SCJN para resolver sobre recursos legales.
La extinción de fideicomisos que eran para Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es tal que el recurso ha sido usado de manera opaca; fueron sustraídos de aquello que fue para generar bienestar desde la CTI y desaparecidos en cloaca obscura por ausencia de transparencia.
Esa realidad ha dañado el quehacer de saberes en la CTI mexicana, los derechos adquiridos y la eficacia de instituciones y su personal; los directa y mayormente afectados han sido los Centros Públicos de Investigación, CPIs, coordinados por el remedo en que han convertido al consejo nacional en materia de CTI.
Sin cambiar ni una coma a cada proyecto de Palacio Nacional hay complicidad y sumisión ante la determinación total y dictada por una sola persona; dictadura totalitarista civil.
La ausencia de resolución del poder judicial convoca e invoca al silencio en la respuesta social narrada arriba.
Quizá se creyó que no le alcanzaría el dictado total desde Palacio Nacional, pero ahora, sin cambiar ni una coma, en San Lázaro se aprobó la extinción de fideicomisos, se ha turnado al Senado, ya la han recibido, votarán en breve.
Pero no queda ahí, en fideicomisos, que ya es grave; la imposición de un plagiario como Director General del CIDE dictó mensaje que se ha extendido a otros CPIs, las presiones al personal del CIDE contagian cual virus en otras instituciones.
Personas en posiciones de asistencia administrativa son afectadas, a investigadores titulares les niegan la definitividad, a pesar de satisfacer requisitos reglamentarios; otras situaciones están sucediendo, hay que decirlo, para no quedar como tercer vecino.
En algunos CPIs –este espacio desconoce ese detalle al interior del CIDE, pero costa de otros-, hasta la promoción para atraer talento a los programas de posgrado debe ser financiada por personas en cuerpos colegiados a consecuencia de las decisiones del ejercicio presupuestal; o bien les niegan el emeritazgo a personas con mejores credenciales que aquellos a quienes sí se lo han otorgado, con diferencia que esa condición promueve a amigos o cómplices del Director General.
Callar como el tercer vecino implica complicidad tácita, la voz se puede alzar en pocos meses, ya veremos.