Economía en sentido contrario: Banamex
Se podrá estar de acuerdo o no, con la polémica decisión de haber liberado al hijo de El Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán, el nuevo presunto narcotraficante más conocido del país, gracias a esta publicidad gratuita, pero el daño es irreversible para el presidente, aunque por conveniencia política no lo admita.
Él, que tanto predica la paz, habló en su campaña electoral de devolver al Ejército a las calles, nunca de replegarlos; además, al día siguiente del escándalo determinó enviar una buena tropa para patrullar en Culiacán, ¿entonces?
Él, que tiene políticas laborales para los llamados «ninis», los jóvenes que ni estudian ni trabajan, les dio el mejor pretexto para seguir engrosando las filas del crimen organizado, pues la mayoría no piensa como él; al contrario, en muchos casos querrán ser los nuevos Ovidio, claro, con la desventaja de no ser hijos de un capo.
Pero lo que parece algo más letal que las propias balaceras ocurridas en el jueves negro de Culiacán, es el divisionismo de los mexicanos. La claque de Andrés Manuel López Obrador no deja de atacar a quienes lo criticaron desde ese día y ahí no hay ningún pronunciamiento del mandatario a guardar la calma.
En efecto, las redes sociales y otros canales de información han sido escenarios de cruentos enfrentamientos verbales entre quienes defienden la posición del titular del Ejecutivo federal y aquellos que piensan que no debió recular en Sinaloa. No se sabe quién tenga la razón, lo cierto es que la 4T está obligada legalmente a detener al Chapito, porque existe una solicitud de extradición de los Estados Unidos y eso no se puede parar.
Así que de entrada, la administración de López Obrador, si quiere sacarse la espina, tendrá que arrestar al sujeto y, en futuros trámites similares, evitar otro operativo fallido, porque la población no se lo va a perdonar.
Lo que se ve más difícil es que el presidente deje de dividir con la lengua, al poner en un costal a quienes le aprueban todo y en otro, a los que no. Es esa manera de pensar, lo que mantendrá vigente el tiroteo entre un amplio sector de la población que gusta de participar en las discusiones de ideas durante todo su sexenio.
Entonces de cuál paz hablamos, de cuáles abrazos y no balazos, de cuál amor y no odio al prójimo, cuando él mismo oscila en ambos extremos. No habrá guerra armada del Gobierno Federal contra la delincuencia, pero vaya que existe en la discusión pública de su mandato.