Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
El presidente electo reitera el amor al prójimo y la reconciliación para erradicar al crimen organizado, mientras Durazo arma una estructura militarizada mayor a la sacó Felipe Calderón a las calles, con 50 mil nuevos reclutas y 256 regiones militarizadas.
Hugo Páez
“En la plaza Francisco Villa de Chihuahua hablamos de la reconciliación y del amor al prójimo. Los revolucionarios de ayer, por las circunstancias, tuvieron que recurrir a la vía armada; nosotros podemos transformar a México de manera pacífica. No perdamos esta gran oportunidad” escribe Andrés Manuel López Obrador en su cuenta de twitter el fin de semana.
Reviso la propuesta de transformación de la SSP en Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Alfonso Durazo Montaño, estilo supersecretaría de Gobernación de Miguel Osorio Chong, menos traumática, porque le dejó a Olga Sánchez Cordero las engorrosas subsecretarías de Derechos Humanos y las tareas de Población, Migración y Asuntos Religiosos fundidas en otras.
En esta ruta de la transición aparece la promesa del presidente electo de reclutar a 50 mil jóvenes para integrar los mecanismos de seguridad, y la transformación de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal en la Guardia Nacional, o Civil, o algo parecido que puede cambiar de nombre antes del 1 de diciembre.
De igual forma las 256 regiones del país para atacar la inseguridad, con una estructura de inteligencia, grupo de tarea y recaudo de información. Estos elementos indican un despliegue militar disfrazado de aparato civil, mayor a la presencia del Ejército y la Marina en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
Me comenta un experto en el tema y con experiencia directa en el combate al crimen organizado, lo preocupante de la operación de campo de las 256 regiones en el recaudo de información, porque los estados se llenaron de gavillas que mantienen un control violento sobre sus territorios.
Están al tanto de quién entra y quién sale, como lo ha dicho infinidad de veces el obispo de Chilpancingo – Chilapa Salvador Rangel, quien no reparó en acusar al Ejército de ser la puerta de acceso a Tierra Caliente, y enfrentó al ex Fiscal Xavier Olea y al gobernador Héctor Astudillo, lo más fallido que ha tenido Guerrero en su historia.
Esa preocupación se debe a que lo primero que cuidan las bandas criminales es el flujo de información en sus pequeños territorios. Hablar de 256 regiones es dividir el país en un promedio de ocho por estado, una escala muy manejable para la delincuencia organizada que necesitará un As bajo la manga del próximo gobierno federal.
No hay novedad en el esquema, a menos que se queden permanentemente ahí y los enfrenten con firmeza, porque el crimen primero intentará comprar a los encargados, y a los que se nieguen… ya sabemos.
Difícil encontrar una solución que no pase por una actitud mucho más enérgica que la de
Miguel Osorio Chong. En Gobernación desaprovechó casi seis años metido en su proyecto político presidencial como principal prioridad, responsable del infierno de inseguridad que le deja a López Obrador. Todo indica que será uno más de los perdonados, cobijado por el PRI en el Senado.
Esperemos que la solución idílica en el discurso de Andrés Manuel sea solo eso, poesía en plaza pública, y no le estorbe a Alfonso Durazo en la mayor encomienda de su gabinete. Ya que, erradicar la violencia y la inseguridad con “reconciliación y amor al prójimo” no lo lograron ni Jesús de Nazaret, ni Mahoma, Siddharta, Gandhi, ni en los cinco años que lleva el Papa Francisco.
A menos que Andrés Manuel haga el milagro.
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