Libros de ayer y hoy
El grupo formado por quienes llegaron al poder en este sexenio en México (autonombrado “la Cuarta Transformación”) estaba preparado desde un principio, no para administrar sino para antagonizar.
Las consecuencias de dicha actitud es un clima de animadversión y desconfianza permanente. Aunque propongan algo que parezca lógico o que suene positivo, la tendencia es automáticamente a ser descalificada por quienes se reconocen como oposición, ya sea política o mediática o incluso tan simple como la ideológica.
A este monero le parece lógico que se haya hecho la propuesta de cambio de edad mínima para poder ejercer como legislador o como secretario de estado reduciendo la primera de 21 a 18 y la segunda de 30 a 25. Repito, en un contexto de una sociedad avanzada, esto parecería lógico y aún más deseable. Pero se ha vuelto detestable por el simple hecho de las manipulaciones populistas del actual régimen.
Por tanto se entiende la desconfianza a sus propuestas.
Sin embargo en una breve disertación se puede aceptar que si bien los candidatos a los diferentes puestos de elección popular o de la administración pública deben de cumplir ciertos requisitos deseables, muchas veces se pierde en una guerra fraticida la verdadera intención de una República democrática: La representatividad.
Es decir en términos muy sencillos y en teoría, si uno de cada 100 mexicanos es rocanrolero, pues uno de cada 100 diputados debería de ser igual rocanrolero.
Esta lógica se ve todavía más clara cuando pensamos que hay una alta medida de población marginada, o con alguna etnia, o perteneciente a alguna minoría, etc. que en realidad no están siendo representados en el congreso. Los políticos de carrera van opacando este tipo de manifestaciones y dejan atrás a los líderes naturales que en realidad ya sea por su falta de colmillo político, apoyo del viejo sistema partidiario o porque no hacen el trabajo sucio de los líderes charros, nunca llegan al poder. Repito, en teoría lo que vemos día a día en la calle, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad debería de estar siendo representada en nuestra legislatura, por tanto eso hace lógico que habiendo tantos “pandilleros” en nuestro país, uno de ellos llegara a ser electo como fue el caso del famoso Pedro Carrizales «el Mijis».
Pero al igual que el Mijis, Cuauhtémoc Blanco, Enrique Peña Nieto o aquel conocido como Juanito, todo mundo teme que estos candidatos se conviertan en marionetas de los partidos políticos u otros grupos de poder, que se aprovechen de su juventud para manipularlos más fácilmente ante su falta de experiencia y de preparación.
Es un dilema. Un debate que tiene varias caras.
Este monero considera positiva la ampliación de estos límites, pero que deben de seguirse observando con la lupa de quién debe analizar a los candidatos con más responsabilidad como ciudadanos, considerando su reputación real y su preparación, no solamente su carisma mediático o el impulso que tenga en ese momento. Aquí no vale ninguno de los refranes como aquello de más vale malo por conocido que bueno por conocer, o dar el beneficio de la duda. Es deber de cada ciudadano informarse y analizar a los candidatos de cada elección y emitir su voto consciente de las desventajas y ventajas de cada uno.