Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
¿Cuántos ciudadanos levantarían hoy la mano en respaldo a lo observado en gastos públicos de los partidos?
Por eso vale llamar la atención que, de la gran bolsa del financiamiento oficial que ésas organizaciones disponen, i) un tercio aproximado se escurre en gastos fijos de cada organización por compra-uso de (in)muebles, salarios de comités nacionales-estatales y programas específicos; ii) otro tercio en adquisiciones legales de productos utilitarios que reparten entre adherentes y ciudadanos en periodos electorales; y iii) un último tercio en lo que aquí identifico como el mazacote de propaganda inútil y descomunal, acaba pagándose en diseño y renta de espectaculares, pendones y pinta de bardas o anuncios partidarios tan impertinentes como sufridos en los intermedios de salas de cine.
Con el texto de hoy pongo a discusión si ya es hora de ver que dicho mazacote, o sea el último rubro en particular, sea sometido a una nueva racionalidad y controles. A través de un diseño creativo y austero de regulaciones en la propaganda que podría estrenarse en los comicios de 2021. Pensándose a nivel de constitución, leyes y protocolos reglamentarios en características como estas:
Para entender mejor esta atribución, repiénsese en cuántos sitios ya hay disponibles en múltiples oficinas, bodegas y paredes en posesión de instituciones públicas y electorales (nacionales, locales, distritales, municipales). Que deberían reacondicionarse de forma gradual y estratégica con otros espacios permanentes, para así distribuirles entre partidos y candidatos en lisa, siguiendo aspectos del ejemplar modelo electoral francés, también afamado por su moderación de costos comiciales.
Aunque restaría largo trecho en opinar sobre esta temática, confío en que hoy existen fuerzas políticas -y tal vez autoridades electorales- sin renuencia para replantear cambios de raíz en el sistema electoral mexicano.
Y si aún no es posible tener acuerdos en la Legislatura LXIV vigente que acoten impopulares recursos y prerrogativas de los partidos, las propuestas aquí deslizadas coinciden en lo fundamental. Pero vale subrayar que éstas en particular no buscan el menoscabo sino potenciar el partidarismo al refrescarlo; viendo especialmente que toda fuerza política sea capaz de asumir el imperativo cívico y ético de racionalizar sus actuaciones, en tanto que habilitan árbitros electorales verdaderos y no meros floreros que den fe notarizada de sus excesos posibles.
En mi parecer, ambos líderes de las bancadas mayoritarias en una y otra cámara del Congreso poseen sensibilidad y liderazgos clave para empujar iniciativas que repongan discusiones sobre la transformación del régimen electoral. Ya de suyo impostergables en una nación de agravios sociales evidentes.
Que partidos y pseudo árbitros sigan como Nerones del siglo XXI quemando cerros de propaganda inútil frente a necesitados, es anomalía de lesa democracia con obligado destierro en tiempo de cambios.
*Abogado potosino, doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca y Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, donde imparte asignaturas del ámbito del Derecho Constitucional como Derechos Humanos, Parlamentario y Electoral.