Diferencias entre un estúpido y un idiota
En 2021 se realizará un ejercicio electoral muy complicado. El proceso está en etapas tempranas pero el tiempo corre.
Se incluyen procesos locales para Gobernadores, Presidentes Municipales, y Diputados. Además, se vota por diputados federales al congreso de la unión.
Históricamente la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, ha estado ausente en las campañas, debates y demás elementos discursivos por candidatos. Fue hasta la elección presidencial de 2018 que uno de los tres debates incluyó, explícitamente, la CTI en la exposición de ideas; la discusión fue vaga y pobre al respecto.
Ahí, quien resultó electo presidente anunció la titularidad de CONACYT. Cumplió, no se engañó, pero ha resultado un desastre esta administración.
Evento tras evento no da pie con bola: Documentos filtrados y aceptados desde la transición, eliminación de ejercicio de fondos, retención de ministraciones para proyectos en curso, ausencia de una política pública clara en CTI, convocatorias retrasadas sin resultados, retraso en ministración de becas a estudiantes, extinción de fideicomisos y hasta una iniciativa para CTI sin pies ni cabeza que ha sido detenida, afortunadamente.
La lista es larga, al perecer no parará, y está fuertemente afectada por dos elementos: 1. Pugnas entre CONACYT y sociedades científicas, algunas se han ido tersando por la dependencia financiera, como el caso con la Academia Mexicana de Ciencias; y 2. La extrapolación de diferencias entre grupos intramuros de la UNAM a la CTI de todo el país.
El proceso electoral para aspirantes, las y los precandidatos y candidatos, en orden, está en etapas muy tempranas; cada etapa está firmemente definida en la ley, pero ya hay movimiento político. Básicamente las y los interesados están en reuniones para medir sus fuerzas y posibilidades. Esto sucede a lo largo y ancho de México; financiamiento, huestes, filias y fobias se encuentran en censo.
En ese contexto pretendo resaltar que la CTI seguirá ausente del debate y será tarde una vez que se cuente con las y los diputados, federales y locales, presidentes municipales y las o los gobernadores electos.
En una parte, quizá menor aunque existente, las y los científicos mismos provocamos tal ausencia. No impulsamos la incorporación de la CTI, siquiera en el discurso, durante el proceso.
En proyección, también queda la ausencia de la CTI en los planes de trabajo.
Pero lo más grave, más aún que la responsabilidad de la comunidad CTI, es que los políticos mismos, quienes aspiran a las posiciones de elección por voto, ignoran profundamente sobre este tema y los beneficios que trae a la sociedad; a pesar de vivirlos día con día.
Un ejemplo. El miércoles pasado di cuenta en este mismo espacio de cómo se extinguieron los fideicomisos para los llamados Fondos Mixtos, FOMIX, que se constituían con aportaciones tanto federales como estatales.
Con los FOMIX se daban mecanismos para focalizar recursos en soluciones, con base en la CTI, a problemas locales o regionales; esa fue la razón de ser. Se anunció desde Abril de 2020.
Pues se extinguieron y ningún gobernador levantó siquiera la ceja.
Ni un solo comentario o reclamo; porque no hay plan en CTI.
Los gobernadores están ocupados con la pandemia, se podrá pensar. Verdad a medias, para eso tienen equipos de trabajo, leyes locales; incluso algunos estados le han dado rango de secretaría.
Silencio total ante la extinción de una fuente que complementaba los esfuerzos locales en CTI.
Otro ejemplo, en el congreso de la unión hay comisiones de ciencia y tecnología, en ambas cámaras. Inclusive algunos en congresos locales la tienen.
Será necesario que quienes conformen al legislativo, según resulte el recambio de curules, incorporen en su discurso a la CTI para la próxima futura legislatura.
Ahí se toman decisiones que afectan a todos los ámbitos de México; para la CTI también. Impulsemos que se incluya desde los discursos hasta sus programas de trabajo.
Apenas inicia, insistiré en futuras entregas.