Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
“…nuca conseguiría nada en la vida”.
Joseph Degenhart.
Estas fueron las palabras que su profesor le dijo a Albert Einstein en el Gymnasium, que era como se le llamaba al bachillerato. Desde 1965, ese instituto se llama Gymnasium Albert Einstein. Del profesor Joseph lo único que se sabe es que su predicción falló en escala años luz.
Albert Einstein Nación en Ulm, Alemania, el 14 de marzo de 1879, es decir, hace casi 142 años. Cuando todavía era un muchacho su familia se trasladó a Suiza y más tarde a Italia. Nunca pudo acostumbrarse a la disciplina de la escuela alemana de la que procuró escapar siempre. Tuvo dificultades para lograr su licenciatura y no pudo conseguir otro empleo que el de un puesto secundario en la Oficina Suiza de Patentes.
Esto sucedía en 1905. Pero ese año fue su año maravilloso. Entonces, a la edad de veintiséis años, publicó una serie de documentos que significaron un adelanto notable en tres campos distintos de la física y, al mismo tiempo, fue reconocido como un precursor.
El genio de Einstein abrió nuevas perspectivas. Cambió por completo la manera de plantear el problema de la relación espacio-tiempo al explorar la base misma de la descripción de experiencia conocida hasta entonces. Einstein nos enseñó que el concepto de simultaneidad de acontecimientos desarrollados en lugares diferentes era relativo. Es decir, que dos acontecimientos que parezcan simultáneos a un observador, pueden parecer consecutivos desde otro punto de vista.
La descripción de los fenómenos depende esencialmente del movimiento del observador. El hecho de reconocer hasta qué punto la descripción de un fenómeno depende del movimiento del observador se ha revelado, en manos de Einstein, como un poderoso instrumento para elaborar leyes de física general aplicables a todos los observadores.
En el curso de los años siguientes, Einstein logró un punto de vista lo suficientemente amplio como para incluir los fenómenos de gravitación. Lo consiguió comparando las experiencias de diferentes observadores en movimientos acelerados y relacionados entre sí. Este nuevo giro que le dio Einstein a los conceptos de espacio y de tiempo condujo a una actitud completamente nueva hacia los problemas de cosmología. Esta actitud ha sido fuente inagotable de inspiración para los que exploran la estructura del universo.
En 1921, Albert Einstein recibió el Premio Nobel de Física “por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico”. Se eligió este aspecto de sus estudios teóricos porque se prestaba a experimentos precisos que confirmaban plenamente dicha ley. Sin embargo, lo que ha hecho justamente célebre a Einstein ha sido su “Principio de la Relatividad”.
Así pues, Albert Einstein le ha dado al hombre una perspectiva más justa de su universo.
Su teoría sobre los “quanta” de luz ayudó a comprender los átomos que componen el mundo del que formamos parte. Su Teoría Espacial de la Relatividad, enseñó a pensar con arreglo a lo que observamos y no basándonos en una estructura imaginaria del espacio. Con su Teoría General de la Relatividad ha unificado nuestras leyes de movimiento y nuestra ley de gravitación. Nos ha permitido conocer nuestro universo más claramente; un universo ahora limitado en extensión, pero infinitamente más amplio que aquél que soñábamos antes de que su genio viniera a estimular el pensamiento del mundo científico.
El 16 de abril de 1955, Albert Einstein murió por hemorragia interna causada por la ruptura de un aneurisma de la aorta abdominal.
Durante la autopsia, el patólogo del Hospital de Princeton, Thomas Stoltz Harvey, extrajo el cerebro de Einstein para conservarlo sin el permiso de la familia, con la esperanza de que la ciencia del futuro fuera capaz de descubrir lo que hizo a Einstein ser tan inteligente. Lo conservó durante varias décadas, hasta que finalmente lo devolvió a los laboratorios Princeton cuando tenía más de ochenta años. Pensaba que el cerebro de Einstein “le revelaría los secretos de su genialidad y que así sería famoso”. Hasta ahora, el único dato científico medianamente interesante obtenido del estudio del cerebro es que una parte de él, la parte que, entre otras cosas, está relacionada con la capacidad matemática- es más grande que en otros cerebros.
Son relativamente recientes y escasos los estudios detallados del cerebro de Einstein. En 1985, por ejemplo, la profesora Marian Diamond, de la Universidad de California en Berkeley, informó de un número de Células gliales (que nutren a las neuronas) de superior calidad en áreas del hemisferio izquierdo, encargado del control de las habilidades matemáticas. En 1999, la neurocientífica Sandra Witelson informaba que lóbulo parietal inferior de Einstein, un área relacionada con el razonamiento matemático, era un 15% más ancho de lo normal. Además, encontró que su cisura de Silvio, un surco que normalmente se extiende desde la parte delantera del cerebro hasta la parte posterior, no recorría todo el camino.