Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Para transitar al futuro Morena requiere realismo. Lo tienen algunos de sus fundadores y por ello ven con preocupación la suerte del proyecto partidista una vez que Andrés Manuel López Obrador concluya su gobierno. Muy útil les sería dar lectura a Modelos de Partido de Angelo Panebianco, donde encontrarán una descripción afortunada de su proceso originario, de las dificutades próximas y la manera de atenderlas.
Si se dejan las cosas en la inercia actual Morena involucionará en muy poco tiempo en una estructura electoral sin otro propósito que el poder mismo que, justamente su líder moral dice no son. La eficacia electoral riñe con el proyecto ético del partido, una de las muchas tesis que subyacen en la obra de Panebianco. No sólo eso, tansitar el futuro con éxito electoral significa que los oportunistas acabarán imponiéndose sobre los creyentes, así como la pérdida del entusiasmo y emotividad inicial con el proceso de institucionalización del partido. Todo confluye con la salida de López Obrador de la Presidencia de la República.
López Obrador, ocupado en la tarea de gobernar a su modo advirtió muy tarde el ejercer el poder sin un partido institucionalizado. La elección de 2021 fue un despertar a la realidad por tres razones: primera, las causas del éxito electoral de Morena están asociadas a los intreses locales (a veces en complicidades ilegales o al crimen organizado), con el problema que en las zonas densamente pobladas la exigencia de resultados se sobrepone a la promesa transformadora. Segunda, la pérdida de mayoría calificada en el Congreso impidió concretar lo que para López Obrador era fundamental para su proyecto político. Tercera, la sucesión presidencial se volvió incierta, complicada, obligando a acelerar los tiempos y a privilegiar en el gobierno objetivos electorales, con sus implicaciones éticas, legales y políticas.
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