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Trump, ¡uy que miedo!
Ojo: para empezar, el “sistema” (el conjunto de elementos que conforman la política y el poder del país) sigue existiendo. Ha cambiado, pero sigue siendo el “sistema” y el problema es que quién está planteando las reglas de cómo debe funcionar, es quién está en el poder.
Los políticos previos a la 4T sabían cómo manejar el esgrima político, incluyendo el manejo de medios, las concertaciones, negociaciones, alianzas y acuerdos, el manejo de recursos materiales y humanos, la formación de bases (bases de políticos en ciernes que, como los predecesores, se han ido formando en el sistema y con las reglas antes mencionadas y que ahora van caducando) y los planes y proyectos a futuro escuchando a los poderes fácticos (capitales, criminales, extranjeros, sindicales, eclesiásticos, etc).
Y todo ese conocimiento lo aplicaban a estrategias específicas para hacer la competencia por el poder entre ellos, desleal o derecha, pero se sabía cómo era el juego. Ahora con la 4t todo ha cambiado y parece que los involucrados, tanto a favor como en contra, desconocen cómo diablos funciona este nuevo sistema.
Así que el orden que debía llevar este sistema, con sus reglas no escritas, con su tanteo propio, la adaptación a las corrientes históricas y globales, y con los cambios paulatinos y controlados que eran de esperarse y se realizan controladamente, ha desaparecido y ha sido sustituido por un caos que parece fluctuar con las mismas pulsaciones del propio presidente de la república, por no decir a sus caprichos e inflamación de sus gónadas. Esto era algo de lo que temían los actores políticos cuándo comenzó la toma de poder del actual régimen. Y peor aún, están temiendo que se convierta en un sistema permanente o al menos transsexenal.
Este monero quiere aceptar públicamente y a regañadientes que esté resultó ser en verdad un momento histórico, con todo mi corazón esperaba que fuera algo pasajero, pero dadas las circunstancias en las que terminó operando esta transformación, se está convirtiendo en un hito histórico aunque no de la forma en que lo pintan quiénes están encabezando el gobierno, sino como un desorden qué pinta para un momento en el que se forjará un nuevo sistema, queramos o no. Desafortunadamente, según el parecer de este monero, al no haber un cambio profundo desde las raíces de la población mexicana, en el sentido de tener un verdadero cambio, continuarán los padecimientos eternos de la corrupción y los malos hábitos de generaciones. Este cambio podría terminar en un sistema todavía peor y basta el ejemplo que, aunque parece choteado, sigue siendo recurrente: Venezuela.
De todos modos, hacer un pronóstico por más desconfiado, reservado o feliz que se nos pueda antojar, es totalmente inútil al final de cuentas parece que la historia en México toma rumbos, pero no destinos, somos una patria que se forja día a día con sus méritos y perjuicios, avances y retrocesos. Nunca nos hemos sentido ejemplares ni hegemónicos, pero si aceptamos nuestra naturaleza también nos adaptamos en pro del sueño de nación colectivo, sueño que incluso difiere del que tuvieron nuestros próceres fundadores.
En conclusión y por añadir una palabra más a este cartón, podemos decir qué es un intento por reflejar el predicamento al que se enfrenta la actual vida política de nuestro país, con dos bandos jugando a un juego diferente cada uno, sin que ninguno prevalezca en realidad.