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Trump, ¡uy que miedo!
El Escenario que impera en nuestro mundo es por algo irreal y absurdo, eres más valiosos por tus “likes” en tus redes que por tus conocimientos adquiridos en base a estudios y preparación, y son nulos tus premios y reconocimientos. Así lo avala la sociedad, y no se diga los representantes de mercadotecnia de las marcas que apoyan con patrocinios, donativos o apoyos especiales; tu currículum profesional para ellos ´no vale nada’, pero su puesto y su vaga percepción millennials les otorga el poder necesario para manifestar su decisión de la moda de los influencers. Entonces, será que ya no debemos estudiar, ni generar logros por nuestros grandes trabajos y actos sociales, sino que debemos generar contenidos sin cultura, ni educación, ni respeto, para generar seguidores. Me concentro en aquella película del 2007, protagonizada por Mark Wahlberg y Zooey Deschanel, dónde un profesor de ciencias y su mujer intentan descifrar una serie de sucesos sobrenaturales en los Estados Unidos, comportamientos extraños de las personas, y suicidios en masa inexplicables. Huyen y viajan tratando de entender el misterio, y lucharán por sobrevivir a una gran crisis apocalíptica. Las personas comienzan a herirse a sí mismas, algo muy similar a los actuales comportamientos humanos respecto a las parejas de los mismos, ya no son valoradas en su mayoría, dónde el amor y el respeto se volvieron obsoletos cuando el sexo se volvió fácil y disponible. Según el argumento de la historia cinematográfica, se cree que todo es a causa de un ataque bioterrorista utilizando una neurotoxina en el aire. Un viverista cree que las plantas son responsables, que pueden liberar productos químicos para defenderse de amenazas. Y resulta ser cierto, atacando a grupos grandes de personas. Es devastadora la toxina, que desaparece así como apareció. Elliot (Mark Wahlberg) y Alma (Zooey Deschanel) se han adaptado a su nueva vida, en la televisión, un experto, comparando el evento con una marea roja, advierte que la epidemia sólo puede haber sido una advertencia. Afirma que los seres humanos se han convertido en una amenaza para el planeta, y es por eso que las plantas han respondido agresivamente. No sólo el ser humano amenaza la naturaleza, también a los animales y al humano mismo, estamos viviendo una era de intolerancia, violencia, divisionismo, que promulga enfrentamientos constantes en redes sociales de saberlo todo, y ni estudian la mayoría. Quizás ya tenemos una toxina social circulando en el medio ambiente, y no me refiero al Covid-19; una toxina de destrucción del humano contra el humano. De hecho ésta película tiene un tanto de realidad, las bacterias a las que se hace referencia son conocidas como piretrinas y aparecieron en Australia. Son una neurotoxina derivada de plantas de crisantemo que se encuentran comúnmente en los insecticidas orgánicos y es altamente tóxico para las abejas. El fin de los tiempos es una buena cinta que posee una potente historia. Los diarios hoy en día, ya comienzan a publicar las detenciones de famosos “Influencers” o “youtubers”, realmente no aportan nada valiosos a la vida social en su mayoría, como la producción Acapulco Shore, dónde la telerrealidad genera más rating que Discovery Channel. No me asusta su contenido, yo trabajé muchos años en la vida nocturna de las discotecas. Es el mensaje subliminal y el ovacionar los actos de Sodoma y Gomorra por citar un ejemplo, como lo más cool del siglo XXI. Dichos personajes de las redes, que ganan impresionantes cantidades de dinero por monetizar gracias a sus seguidores, denota esa toxina que impera en el mundo, el fin de los tiempos real. Buscar la cafetería más cuqui. O un tazón de cereales a tope de toppings. La foto con tus nalgas bien torneadas. Un reflejo en el cristal de tus ray-ban. Un selfie con la espuma del café con leche. Filtro y desenfoque sobre el topping. Hastag tendencia. Ubica el bar y etiqueta la bebida, el snack y alguna celebrity random. Una frase motivacional (aunque seas despreciable) de todo a cien seguro que ayuda. Refresca y dale la bienvenida a la avalancha de nuevos followers (aunque ni amistades reales tengas). Haz una history (denostando tu nula actuación profesional). Refresca otra vez. Malos resultados sería que las marcas no empiecen a llamarte, a regalarte ropa, a invitarte a las fiestas más exclusivas, a suplicarte un nuevo post. Otro desayuno. A tratarte como lo que eres: un influencer. Uno más, un ser sin talento profesional, sólo talento social, sin títulos, sin reconocimientos, sin premios, sin valor curricular. La neurotoxina que mueve ya más de 1.000 millones de euros en un negocio que llegó a reinventar el mercado de la publicidad y los valores sociales. Por cierto: sigue mis redes jajaja soy un crack. Facebook: David Álvarez Productor.