Libros de ayer y hoy
Como en los viejos tiempos. Sí, como en los viejos tiempos. Cómocuando el PRI hacía todo su borlote para designar al candidato que al final de cuentas salía como los juguetitos que vienen en los chocolates Kinder Surprise. Pero en este caso, salía de la voluntad del señor presidente. Que ahora le llamen corcholatas en lugar de tapaderas o tapados es intrascendente.
Queda demostrado que el sistema antiguo de la dictadura perfecta se está volviendo a instalar. La caballada está formada en este caso por los seis aspirantes de la llamada 4T. Tres de ellos en realidad no están haciendo lo suficiente, ya sea por falta de capital político, capital económico o capacidad real. Ya podemos ir descartando a Fernández Noroña, Ricardo Monreal y a Manuel Velasco del Partido Verde Ecologista de México. Francamente, no están dando la talla. Los tres que sí lo están haciendo son personas más comprometidas directamente con el peje, Andrés Manuel López Obrador, actual presidente, líder de Morena, definitivamente y aspirante a cacique/dictador.
Como en los viejos tiempos, donde Plutarco Elías Calles hacía y deshacía, donde Carlos Salinas de Gortari influiría en los resultados y los movimientos de su partido, y por lo tanto, en la hegemonía política de nuestro país. Volvemos a ver lo mismo: traiciones, descubrimientos, sorpresas, golpes por debajo de la mesa, hipocresía y desgaste. Con la salvedad de que todo esto es lo que tanto había cacareado López Obrador que se había terminado por fin en este país. Que Morena era diferente. Que ellos no eran iguales. Y resulta que son más iguales que los propios priístas.
En el recuento de este combate, lo único que podemos ver es que nos espera un futuro muy desgraciado si gana cualquiera de estos seis. Tal vez será más lamentable y terrible con uno que con otro, pero no cabe duda de que nos irá mal. Porque volvimos a los peores vicios que habían sido eliminados en nuestro arduo combate por terminar aquel asunto penoso de la dictadura perfecta. Solo tuvimos un pequeño descanso y ya volvimos a quedar otra vez subyugados al poder de la charlatanería política, la corrupción y ahora con un gobierno supeditado claramente al narcotráfico.
No hay más que decir: el flujo económico para las campañas políticas no puede de ninguna forma explicarse en términos legales. Solo puede provenir entonces de dos fuentes: corrupción o crimen organizado. O ambas. Pero de que hay un romance implícito en esta sucesión, no hay duda.
Este monero se pregunta si será menester que nuestro país cambie su sistema y se adapte a una realidad traída a nuestro suelo por los hechos. Los carteles, así como están fraccionados y divididos, son más poderosos políticamente y militarmente que el gobierno. No se diga económicamente, que es el meollo de este asunto.
Mientras vemos sin disfrutar la ordalía de los morenos de la Cuarta llamados las corcholatas, lo cual encima es un terrible panorama, tenemos que estar bajo la sombra sangrienta y fatídica de una realidad impostergable. México sucumbe ante la corrupción y el narco a través del nuevo sistema político, envuelto en populismo, ineptitud y autocracia. Claro que estamos a nada de irnos al abismo. Y la oposición anda con sus babas de perico, sin la fuerza suficiente para hacerles frente.
Así está el circo.