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Todo está listo para que, de un momento a otro, el gobierno de López Obrador oculte su responsabilidad criminal en el descontrol total de la pandemia de Covid-19, detrás del espectacular circo de cuatro extradiciones.
En efecto, luego que la OMS y la OPS reprobaron al gobierno mexicano por el manejo equivocado de la pandemia; luego que México ocupa el lugar cinco de muertes por Covid-19 en el mundo y que el número de fallecidos por la pandemia se aproxima a la cifra de muertes violencia, el gobierno de Obrador prepara no sólo una cortina de humo, sino toda una carpa de circo.
Un circo que pretende desviar la atención hacia la extradición y el supuesto castigo de un puñado de presuntos corruptos, mientras siguen en sus cargos públicos los responsables de casi 40 mil muertes a causa de la pandemia; mortandad que se elevará sin freno y que en sólo días superará las 60 mil muertes provocadas por el crimen organizado.
¿Cuál debe ser la prioridad del Estado mexicano; extraditar y castigar a presuntos corruptos o salvar miles de vidas?
¿Cuál crimen resulta más reprobable; robar “30 monedas” o la muerte de más de 30 mil mexicanos, muchos de los cuales pudieron salvar la vida?
El dilema no es menor. Sin embargo, parece que el gobierno de López Obrador ya tomó una decisión; parece que poco o nada le importa la vida de miles y parece que prefiere el espectáculo circense de la extradición y castigo a los supuestos o reales corruptos, que salvar vidas.
Total –parecen decir en el gobierno de López–, “son millones los mexicanos en la reserva de la muerte”. Por eso, de un momento a otro empezará la temporada circense del gobierno Obrador.
Se trata, por si lo ignoran, de la exhibición mediática de fieras exóticas, además de especies bien conocidas en México –como las ratas gigantes que muchos motejan como “canguros”–, y por supuesto que veremos a los infaltables trapecistas, los payasos y la focas aplaudidoras.
Total, a quien le importan los muertos por Covid-19, si de un momento a otro llegarán a México –a solitud del gobierno de López y en calidad de extraditados–, lo mismo Emilio Lozoya, ex director de Pemex, que César Duarte, ex gobernador de Chihuahua y Tomás Zerón, el ex fiscal creador de La Verdad Oficial en el caso de los 43 de Iguala, además de Kamel Nacif.
Verdaderas estrellas de circo que deleitarán al “respetable” y que sacudirán no la conciencia nacional sino “la modorra colectiva” que ha provocado en millones de mexicanos el fastidioso aislamiento.
En todos los casos se trata de supuestos o reales ejemplares destacados del “poco conocido arte” de la corruptela en el poder público y/o empresarial y –por eso–, es seguro que desde su llegada deleitarán “al respetable” con revelaciones tronantes, acusaciones demoledoras y señalamientos temerarios.
Es decir, todo un circo que servirá para ratificar la “engañifa oficial” en torno a la supuesta lucha contra la corrupción pero que, en el fondo, tiene otro perverso objetivo; ocultar detrás del escandaloso circo de las extradiciones, el cuestionable crimen de Estado cometido por el gobierno federal; por el presidente mismo y, sobre todo, por el subsecretario, Hugo López Gatell.
¿Un crimen de Estado?
En efecto, un crimen de Estado que organismos internacionales podrían clasificar, incluso, como “crimen de lesa humanidad”.
Y es que existen todas las pruebas de la irresponsabilidad oficial en al manejo de la pandemia –pruebas en video y al alcance de todo el que quiera verlas–, y que al día de hoy han costado la vida a casi 40 mil mexicanos.
Pruebas que incluyen irresponsables declaraciones de López Obrador desde el arranque de la pandemia, hasta el día a día del discurso mentiroso de López-Gatell, quien se contradice, miente, engaña y que llega al extremo de culpar a los gobiernos estatales por el fracaso, cuando por mandato constitucional, el manejo de una pandemia es responsabilidad federal.
Y es una irresponsabilidad criminal porque cualquiera que se atreva a revisar la línea del tiempo de la evolución de la pandemia y que la compare con las equivocadas y torpes decisiones de Estado –tanto de AMLO como de López-Gattell–, puede probar que se pudieron salvar miles de vidas; vidas llevadas a la muerte por la irresponsabilidad oficial del jefe del Estado, jefe del gobierno y por sus colaboradores.
¿Recuerdan cuando López Obrador calificó como “crimen de Estado” el accidente ocurrido en la Guardería ABC de Sonora? ¿Recuerdan cuando AMLO culpó a Felipe Calderón por la muerte de 49 niños en esa guardería?
¿Recuerdan cuando López Obrador calificó como “crimen de Estado” la muerte de los 43 de Iguala? ¿Recuerdan que pidió la renuncia de Peña Nieto por esa tragedia?
¿Quién castigará al gobierno de López Obrador y al presidente por el crimen de Estado de 40 mil mexicanos a causa del manejo equivocado de la pandemia? ¿Quién exigirá la renuncia de López Obrador, por cien mil muertes por la violencia y por la pandemia? No, presidente Obrador, no más circo.
Al tiempo.