Libros de ayer y hoy
En San Luis Potosí es muy socorrido escuchar comentarios acerca de la milenaria obra de estrategia política que se denomina “El arte de la guerra” y preocupa el hecho de que sus comentarios solamente refieren el título y en ocasiones confunden esa obra con otra de título similar cuyo autor es Maquiavelo y a la que me refiero es de Sun Tzu.
El hecho de la ignorancia no revela nada nuevo en la lamentable cultura política de nuestra entidad, cultura que estamos obligados a hacer crecer en beneficio de la estabilidad y progreso de las relaciones políticas y sociales, pero aún más, para enseñar y dejar huella en la generación millennial, quienes podrán aplicar esa enseñanza mejor que nosotros.
Los millennials no son refractarios a la enseñanza; los millennials admiten la enseñanza dependiendo del método y el maestro; en ocasiones son críticos sin ninguna base, pero nuestra falta de entendimiento de sus códigos de conducta nos ha dificultado la comunicación con ellos; incluso entre ellos se presentan barreras de comunicación.
Es cierto que al millennial no le interesa el conocimiento de la sabiduría antigua porque sus intereses de aprender se enfocan a objetivos distintos y eso no está mal. Tal vez nosotros los viejos debemos empezar a entender que la sabiduría también se extingue para dar paso a sabidurías nuevas.
Sin embargo, nos corresponde motivar el interés y convencerlos del beneficio para sus vidas de conocer obras clásicas en diferentes materias como en estrategia política y recomendar explicando “El arte de la guerra” de Sun Tzu.
La estrategia en los conflictos es de importancia fundamental y el aprendizaje de sus métodos ayuda al millennial a “saber sin atravesar la puerta” y “ver el proceder del cielo sin mirar por la ventana”.
Conocer la esencia de todos los problemas es la clave para la solución de los mismos.
La trascendencia de “El arte de la guerra” es que sin ser un libro de recetas aporta coordenadas muy claras para obrar en determinadas y muy variadas circunstancias.
La obra presenta claves como aquella que dice: “hay caminos que no se deben recorrer; tropas a las que nunca hay que atacar; ciudades que no deben ser sitiadas y terrenos que nunca deben disputarse”.
En cualquier aspecto del desarrollo humano, bien sea en la vida familiar, social y profesional, hay caminos que no debemos recorrer y teniendo perfectamente identificados cuáles, debemos evitarlos y así sumamos para lograr el objetivo final.
También en todas las relaciones familiares, sociales y profesionales, tenemos “tropas” a las que nunca hay que atacar; aquí el sentido es entender “tropas” no únicamente como un conjunto de personas o personas individuales, sino por situaciones o eventos que se nos presenten y que en lugar de atacarlos, debemos eludirlos.
Asimismo en nuestras relaciones familiares, sociales y profesionales, debemos tener en cuenta que hay valores que “El arte de la guerra” denomina “ciudades” que no debemos cercar; también este término puede interpretarse en el sentido de que “ciudades” son también los comportamientos de las personas, lo que nos lleva a concluir que el desarrollo de las instituciones y de las personas no lo debemos cercar, sitiar, porque de hacerlo puede anular nuestro propósito.
Por último, hay terrenos que no deben ser disputados. En nuestras relaciones familiares, sociales y profesionales, no debemos “asomarnos donde no debemos hacerlo y donde no somos llamados”, pero sobre todo no debemos pelear nunca terrenos que no nos corresponden.
La identificación de lo que no debemos recorrer, no debemos atacar, no debemos sitiar y no debemos disputarnos, hay que enseñárselos a los millennials, quienes con su capacidad e imaginación desarrollarán nuevos modelos de convivencia familiar, social, profesional y política.
El millennial tiene una sola responsabilidad: Demostrar que es mejor que otras generaciones.
Octubre 21, 2018.