Va con todo el G20 para que tributen los superricos
Está clínicamente comprobado que el miedo estimula la tensión y la ansiedad en distintas áreas del cerebro y si a ello aunamos la presión constante que ejerce el contexto social hostil sobre el individuo, termina por derribar la delgada linea entre el bien y el mal y la maldad surge pudiendo alcanzar niveles devastadores como está ocurriendo actualmente en el país por el Efecto Lucifer.
México vive hoy una de las más negras etapas de su historia en los índices de criminalidad, inseguridad y violencia engendrados durante décadas y hasta centurias por gobiernos guiados por políticas terriblemente desiguales, injustas, con brutales diferencias en la distribución de la riqueza, crecimiento de pobreza extrema, marginación y explotación de muchos por unos cuantos.
Pero jamás ese escenario de maldad había llegado a estratos de exacerbación social -después de la Revolución Mexicana que fue un estallido de desesperación-, como en los últimos cuatro años cuando todos los índices anteriores de homicidios cometidos con infinita crueldad lo mismo de niños, mujeres, madres embarazadas, familias completas, periodistas, médicos, maestros, politicos y hasta sacerdotes y ministros religiosos están desbordados.
Los asaltos al transporte, a vehículos, estudiantes, menores que han llegado a ser mi asesinados para quitarles un simple celular o útiles escolares, provocan escalofrío.
Sin contar las desapariciones, extorsión, cobro de piso, amenazas, saqueo de cuentas bancarias crearon un ambiente de miedo e incertidumbre que se perciben en el aire, mientras el Gobierno está perdido en una vorágine de delirios por control absoluto del poder, obsesión por compra de conciencias e imposición de sumisión hasta de las fuerzas militares, sofocando a quien piense contrario con acosos de toda índole a través del aparato gubernamental.
Todo ello es estimulado por confrontaciones alentadas todos los días a través de programas que simulan ser canales de información como » las mañaneras, «y políticas extrañas y sospechosas de actuación frente a la delincuencia, crean el caldo de cultivo para que se rompa el orden, el Estado de Derecho y los valores que nos han dado por generaciones elementales principio de y valores; las consecuencias son el disparo de la maldad.
Cierto, lo que ahora sucede es el desgarramiento de de estructura social que se a venido carcomiendo, por un lado desde el seno familiar con el avance de mal entendidos derechos de cada componente, desde la mujer reclamando justa igualdad con el hombre pero con objetivos diversos extraviados, el niño o adolescente al que se le da a entender que la corrección a conductas indisciplinadas o irrespetuosas en casa o escuela son un atentado a sus derechos y puede denunciar a quien se haya atrevido a llamarles la atención.
El Efecto Lucifer no es una expresión que busque darle fuerza al termino maldad, sino una condición comprobada en un experimento que encabezó el psicólogo Phillip George Zimbardo en la Universidad Lealand Stanford de California Estados Unidos, y ex presidente de la Asociación Norteamérica de Psicología en el año 2002.
Al frente de un grupo de psicólogos, reclutaron a voluntarios estudiantes de entre 18 a 25 años seleccionados al azar pero con un curriculum limpio de conductas delictivas, muy sociables, emocionalmente estables y sin ninguna patología mental ni física
El proyecto consistía en simular que estarían en prisión por tres semanas para lo cual se habilitaron habitaciones de la Universidad como celdas.
Del grupo unos actuarían como prisioneros y otros la harían de carceleros
A cada equipo se le asesoró sobre lo que les correspondería hacer.
En el experimento los carceleros deberían aplicar reglas estrictas para mantener el control y la disciplina, y los prisioneros recibirían reeducación para corregirlos.
Al final y derivado del trato que recibían los presuntos reos por parte de sus carceleros que se extralimitaron -detonó en ellos un sentido de poder sobre la vida de otros- como maltrato físico y psicológico, castigos, pase de lista a cualquier hora del día o de la noche, tareas pesadas, grilletes en los pies y tenerlos parados contra la pared y no permitirles mirar al exterior el proyecto y en cuanto a los presos provocó odio y deseos de venganza, probó que un medio adverso transforma a las personas detonando su maldad.
Eso está ocurriendo en nuestro país y en diversos más con regimes totalitarios, dónde uno de los ejes para mantener la armonía social, el gobierno, está haciendo todo lo contrario y propiciando que día a día se salga de control la seguridad, violencia y crimen por el Efecto Lucifer.
Ya estados como Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Tamaulipas, Zacatecas en otro otros han sufrido ataques delincuenciales espantosos con perdida de vidas humanas y daño a la económica y al turismo.
En San Luis Potosí, Hidalgo, Edomex, Puebla, Guerrero no cesan las ejecuciones, cosa que ni al presidente López Obrador, los gobernadores y la cuestionada Secretaria de Seguridad Rosa Isela Rodríguez Velázquez parece importarles un cacahuate garapiñado por estar metidos de lleno en el futurismo político antes que en atender sus responsabilidad.
Están contagiados e incitan esa corriente de maldad que recorre al país y al Mundo por el Efecto Lucifer.