Efecto CIDE. Autonomía constitucional

Sigue la pugna política por una institución de vocación a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; CONACYT obcecado, ejemplo de tres años contra la CTI libre.

Esta columna ha detallado en la entrega inmediata anterior algunos tecnicismos del formalismo y formulado algunas preguntas; mas cómo cuestionamientos que como dudas: En el río revuelto habrá ganancia para pescadores

Un aspecto ha caracterizado, además, a los eventos que podríamos empezar a citar como efecto CIDE: La carencia de discusión de fondo, salvo algunas, pocas, contribuciones.

Con el efecto CIDE, la noción de autonomía discutida hace casi un siglo recobra vigencia en las preocupaciones de intervención del estado en la vida académica, en la de instituciones con vocación al libre pensamiento, cuya función social es de interés público para la formación de cuadros a los sectores público y privado.

A la postre, a pesar de que la autonomía fue señalada de reaccionaria, el clásico debate universitario ha mostrado que ésta, la autonomía de las instituciones dedicadas al saber, trae mas ventajas sociales que el control del estado.

Esta columna opina que no se debe perder la oportunidad para actualizar la discusión de autonomía constitucional en la CTI; la misma que podría ser muy profunda si los Centros Públicos de Investigación, CPIs, fueran constitucionalmente autónomos e integrados en sistema mas que, como ahora son, un conglomerado de instituciones sin consolidación sistémica, tristemente coordinados por CONACYT.

Una reforma constitucional en CTI y a las leyes reglamentarias es necesaria para insertar a los CPIs como pilar de soluciones desde el conocimiento, en todo ámbito de la sociedad, el público y el privado; los modelos de exclusión a cualquiera de estas dos partes son tan limitados y obsoletos como insostenibles y obtusos.

Ya algunos estudiosos han propuesto que CONACYT debe ser un organismo constitucional autónomo, aun cuando en su oportunidad se han quedado cortos de decisiones y determinación, la idea está en la dirección correcta; pero mas ambicioso y progresista sería que los CPIs fueran instituciones constitucionalmente autónomas.

Con ello se involucra a los CPIs sectorizados tanto como a los coordinados por CONACYT.

La autonomía constitucional de los CPis significa una labor mas compleja y requiere estructuración mas elaborada, las políticas de un estado que busquen el progreso social osan romper con atavismos y reedificar la súper-estructura social, la obra civil es necesaria más no suficiente, corre el riesgo de sólo ser cosmética –un tren, ficticio o no, no hace sociedad de vanguardia aun cuando una vez terminado, si sucede, se use para llegar a tomar vuelos nacionales.

La UNAM ha llamado al diálogo, acto diplomático, la comunidad de CTI podemos llamar a un cambio profundo que implique, incluso, la autonomía constitucional de los CPIs; lo cual no necesariamente significaría la pérdida de la rectoría del Estado Mexicano a través de la inversión pública, quienes así lo vean lo harán con poca visión de estado.

Con autonomía habría diversas fuentes de financiamiento hacia la sostenibilidad del conocimiento autogenerado y sus aplicaciones.

La subordinación de agenda quizá permita resolver los problemas locales, aunque en CONACYT se han caracterizado, copiando al Palacio Nacional, con actitud empecinada sin ojos a la realidad, como el caso de CIDE.

La opción es promover una agenda propia de la comunicad en CTI, seguir la de Insurgentes Sur no es suficiente para impulsar la restructuración que nuestro sistema de CTI necesita.

ENTRETANTO: CONACYT ha ignorado, reiteradamente, la solicitud que miembros del SNI han hecho para la revisión al comportamiento ético del Fiscal General de la República; señalado de plagio, las pruebas acompañan a la solicitud de revisión. De su parte sólo oídos sordos e incumplimiento de normatividad. Ya se ha reiterado la solicitud, habrá otras instancias, hay autoridades que pueden ordenar atienda el asunto.