
Los niños que fuimos
Desde Palacio Nacional se dijo lo que sonó a instrucción, “A dormir con la conciencia tranquila”, publicó en redes sociales; esto en relación al recientemente aprobado presupuesto de egresos de la federación. PEF, para 2022.
El PEF tiene fines electoreros y caprichosos, como ha sido usual en las decisiones de este sexenio; los impactos desfavorables, por decirlo suave, ya empiezan a notarse; quizá una vez mas México saldrá adelante, no será por actos de gobierno.
El PEF muestra que los Ramos de impacto transgeneracional tampoco crecerán el 2022: protección medioambiental y de ecosistemas; Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; Educación y otros.
La atención, protección y desarrollo, tanto medioambiental como ecosistémica, son de carácter transgeneracional debido a que las relaciones de elementos de biota y abiota sostienen el entorno sobre el cual vivirán nuevas generaciones, a partir de la cual se alimentarán, se cobijarán, se calentarán … sostendrán su vida, pues.
De la biota (plantas, insectos y animales mayores, por ejemplo) se sostienen ciclos agroalimentarios, un suelo fértil y la polinización; de la abiota (agua, minerales, aire y suelo) se da un medio de prosperidad y sostenibilidad a la biota misma; sobra decir que en esta última estamos las y los humanos.
Vuela el Cisne Verde en México; se trata de fenómeno económico-social de fragilidad productiva como consecuencia de ecosistemas débiles, no habrá programa social, ni sociedad en sí, que tolere una crisis económica originada en un Cisne Verde.
Apostar al corto plazo con programas sociales clientelares no es fincar actos de gobierno con foco en la población; si bien la brecha de pobreza debe ser disminuida y los programas sociales deben impulsar esa disminución, también es cierto que una visión cortoplacista sólo traerá mas problemas a México en el mediano plazo.
Se dirá que el incremento de población en condición de pobreza es efecto pandémico, también la reducción de población en clase media, pero definitivamente está combinado con decisiones económicas y financieras de corto plazo; con foco en elecciones y no en la población.
La continuidad de una política oficial de desdén la CTI, disfrazada con discursos vacíos desde Insurgentes Sur en la CDMX, costará que no se puedan construir soluciones a las necesidades nacionales.
El ejemplo mas reciente, de gran relevancia, es la falta de vacuna y protocolos técnicos, basados en la CTI, para una vacunación de amplia cobertura; igual al desabasto de medicamentos.
No debemos irnos con la finta que el habitante de Palacio Nacional reprendió en público al sector federal encargado de la salud pública; “no quiero escuchar que faltan medicamentos y no quiero excusas de ningún tipo. No podemos dormir tranquilos”, dijo antes de la aprobación del PEF, “si no hay fármacos para atender a los enfermos”, reprendió.
Es teatro, Huey Tlatoani fue quien marcó las directrices en sus reuniones diarias, los otros como borregos siguieron instrucciones -de no haberlo hecho ya no tendría el hueso-; se requirió de la protección de la ley (amparos) para que se incluyera a infantes en la vacunación anti-COVID19, los padres de niños con cáncer siguen dando la batalla.
Ya han sido cientos de miles de connacionales muertos, por diferentes afectaciones en salud, por estrategias vistas sólo con el cristal electorero; está desatendido cáncer, diabetes e hipertensión, sin olvidar los brotes de sarampión y poliomielitis (enfermedades que se creyeron erradicadas, han regresado con nuevos bríos).
Lo similar sucederá en CTI, donde ecosistemas de la generación y aplicación del conocimiento ya han sido fracturados, les llevó pocos años.
Un aparato sólido en CTI habría resuelto esta clase de problemas, y podría hacerlo con otros, de México; salud, medioambiente, energía, contaminación, manufactura tecnológica, etcétera.
No señor, no podemos dormir tranquilos, ni esta semana ni las generaciones por venir por su incapacidad de gobernar con visión de estado.